Era un día de invierno y, además, hacia un viento insoportable cuando Sonia
decidió ir a la biblioteca, para terminar de leer un libro que le prestaron. Al
estar tan aficionada leyendo, se le pasó la hora y, cuando se dio cuenta, ya
eran las ocho y media de la tarde. Cogió todas sus cosas de golpe y con las
prisas, sin querer, se le cayó el móvil sin darse cuenta. Tenía que darse prisa
porque había quedado con su madre que llegaría a casa a las ocho, y no quería
que se preocupara, así que decidió coger un atajo. La calle por la que tenía
que pasar era bastante oscura y estaba llena de bolsas de basura por todos los
lados. Miraras donde miraras, había basura y olía todo mal. Mientras iba por el
callejón Sonia escuchó una voz grave de un hombre, con tono amenazante, que decía:
-Habíamos quedado en que hoy me la llevarías, así que, ¿dónde está? - dijo
el hombre, mientras Sonia se escondía detrás de un contenedor, y observaba al
hombre que había terminado de hablar, era
alto y robusto, tenía una cosa en la mano con la que apuntaba a otro hombre,
que en comparación, este era delgado y, tampoco parecía tener mucha más fuerza
que Sonia. Además, estaba en el suelo mirando al que había hablado con miedo. –
te he hecho una pregunta, ¡¿dónde está?! – en ese momento cuando dijo eso,
Sonia, supo qué tenía en la mano… ¡una pistola! cuando Sonia lo vio se tapó la
boca para no chillar.- contéstame, ¡¿DÓNDE ESTÁ?!
-Yo…no…no he podido,… yo… lo siento…- cuando lo hubo dicho, el hombre que
estaba de pie se enfureció.
-Así que no la tienes. Hoy era el último día, no podemos esperar a que te
dignes a hacerlo, y siento decirte esto pero,… ha sido un placer conocerte,
amigo. - cuando lo dijo, disparó el arma. Lo mató. El hombre robusto mató al
otro que estaba en el suelo. Cuando lo hubo hecho, a Sonia le saltaron unas
lágrimas, aunque no lo conociera, le afectó ver cómo asesinaban a alguien. Ella
estaba aterrada. El hombre se guardó el arma, se subió el cuello de la chaqueta
para que le tapara la cara y se fue.
Sonia decidió esperar unos minutos para asegurarse de que el otro hombre se
había ido. Cuando hubieron pasado esos minutos se levantó del suelo un poco
aturdida por lo que había pasado, rebuscó por el bolso para llamar a su madre
pero no lo encontró y se dio cuenta de que lo había perdido por algún lugar,
pero por suerte tenía dinero para poder ir a una cabina de teléfono y llamar.
Sonia estuvo un rato buscando una, pero no encontró ninguna cerca, así que
decidió continuar caminando hasta casa. Cuando llegó y abrió la puerta,
encendió la luz. Entonces pudo ver que alguien había entrado en su casa; todo
estaba revuelto y habían cosas tiradas por el suelo, parecía habían entrado para
robar pero no faltaba nada. En ese momento se acordó de que su madre estaba en
casa y tubo miedo de que le hubiera pasado algo.
-Mamá,….- dijo Sonia sin obtener ninguna respuesta- Mamá, ya he llegado…-esta
vez lo dijo un poco asustada- Mamá, ¿no me oyes? ya he llegado...…¡Mamá!- esta
vez lo dijo gritando un poco más que antes con la intención de que su madre la
oyera, pero de repente apareció un hombre detrás suyo y la cogió forzándola, y
le puso una mano en la boca con la intención de que nadie la escuchara a
chillar, y se la llevó.
Pasaron los días, las semanas, hasta que al cabo de un mes entero
encontraron una chica en una calle cercana a un parque. Era Sonia. Nadie sabía
que le había pasado y por qué había desaparecido. La policía estuvo
investigando ese caso hasta que Sonia les contó todo lo que recordaba. Les explicó
que cuando volvía de camino a casa vio al hombre robusto que mató al otro y que,
en cuanto llego a casa, un hombre se la llevó. No recordaba nada más. ¿Era
posible que Sonia no recordara nada a parte lo que pasó la noche que
desapareció, aun y así haber desaparecido un mes entero?
La policía no pudo descubrir que pasó. Pero la policía no se dio cuenta de
una cosa, Sonia había cambiado. Los ojos le habían cambiado, los tenía negros y,
antes de desaparecer eran de color miel, aunque esto no era la única
diferencia, en la nuca tenía un tatuaje con unas formas muy extrañas, difícil
de describirlo, pero parecía como si tuviera algo escrito con alguna lengua de
símbolos.
Nadie supo qué le pasó, pero desde esa noche Sonia ya no es como antes. Así
que yo, como su padre y detective, juro que lo voy a descubrir.
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