lunes, 28 de enero de 2013

EL EXTRAÑO CASO DE SONIA



Era un día de invierno y, además, hacia un viento insoportable cuando Sonia decidió ir a la biblioteca, para terminar de leer un libro que le prestaron. Al estar tan aficionada leyendo, se le pasó la hora y, cuando se dio cuenta, ya eran las ocho y media de la tarde. Cogió todas sus cosas de golpe y con las prisas, sin querer, se le cayó el móvil sin darse cuenta. Tenía que darse prisa porque había quedado con su madre que llegaría a casa a las ocho, y no quería que se preocupara, así que decidió coger un atajo. La calle por la que tenía que pasar era bastante oscura y estaba llena de bolsas de basura por todos los lados. Miraras donde miraras, había basura y olía todo mal. Mientras iba por el callejón Sonia escuchó una voz grave de un hombre, con  tono amenazante, que decía:

-Habíamos quedado en que hoy me la llevarías, así que, ¿dónde está? - dijo el hombre, mientras Sonia se escondía detrás de un contenedor, y observaba al hombre que había terminado de  hablar, era alto y robusto, tenía una cosa en la mano con la que apuntaba a otro hombre, que en comparación, este era delgado y, tampoco parecía tener mucha más fuerza que Sonia. Además, estaba en el suelo mirando al que había hablado con miedo. – te he hecho una pregunta, ¡¿dónde está?! – en ese momento cuando dijo eso, Sonia, supo qué tenía en la mano… ¡una pistola! cuando Sonia lo vio se tapó la boca para no chillar.- contéstame, ¡¿DÓNDE ESTÁ?!

-Yo…no…no he podido,… yo… lo siento…- cuando lo hubo dicho, el hombre que estaba de pie se enfureció.

-Así que no la tienes. Hoy era el último día, no podemos esperar a que te dignes a hacerlo, y siento decirte esto pero,… ha sido un placer conocerte, amigo. - cuando lo dijo, disparó el arma. Lo mató. El hombre robusto mató al otro que estaba en el suelo. Cuando lo hubo hecho, a Sonia le saltaron unas lágrimas, aunque no lo conociera, le afectó ver cómo asesinaban a alguien. Ella estaba aterrada. El hombre se guardó el arma, se subió el cuello de la chaqueta para que le tapara la cara y se fue.  
                        
Sonia decidió esperar unos minutos para asegurarse de que el otro hombre se había ido. Cuando hubieron pasado esos minutos se levantó del suelo un poco aturdida por lo que había pasado, rebuscó por el bolso para llamar a su madre pero no lo encontró y se dio cuenta de que lo había perdido por algún lugar, pero por suerte tenía dinero para poder ir a una cabina de teléfono y llamar. Sonia estuvo un rato buscando una, pero no encontró ninguna cerca, así que decidió continuar caminando hasta casa. Cuando llegó y abrió la puerta, encendió la luz. Entonces pudo ver que alguien había entrado en su casa; todo estaba revuelto y habían cosas tiradas por el suelo, parecía habían entrado para robar pero no faltaba nada. En ese momento se acordó de que su madre estaba en casa y tubo miedo de que le hubiera pasado algo.

-Mamá,….- dijo Sonia sin obtener ninguna respuesta- Mamá, ya he llegado…-esta vez lo dijo un poco asustada- Mamá, ¿no me oyes? ya he llegado...…¡Mamá!- esta vez lo dijo gritando un poco más que antes con la intención de que su madre la oyera, pero de repente apareció un hombre detrás suyo y la cogió forzándola, y le puso una mano en la boca con la intención de que nadie la escuchara a chillar, y se la llevó.

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Pasaron los días, las semanas, hasta que al cabo de un mes entero encontraron una chica en una calle cercana a un parque. Era Sonia. Nadie sabía que le había pasado y por qué había desaparecido. La policía estuvo investigando ese caso hasta que Sonia les contó todo lo que recordaba. Les explicó que cuando volvía de camino a casa vio al hombre robusto que mató al otro y que, en cuanto llego a casa, un hombre se la llevó. No recordaba nada más. ¿Era posible que Sonia no recordara nada a parte lo que pasó la noche que desapareció, aun y así haber desaparecido un mes entero?

La policía no pudo descubrir que pasó. Pero la policía no se dio cuenta de una cosa, Sonia había cambiado. Los ojos le habían cambiado, los tenía negros y, antes de desaparecer eran de color miel, aunque esto no era la única diferencia, en la nuca tenía un tatuaje con unas formas muy extrañas, difícil de describirlo, pero parecía como si tuviera algo escrito con alguna lengua de símbolos.

Nadie supo qué le pasó, pero desde esa noche Sonia ya no es como antes. Así que yo, como su padre y detective, juro que lo voy a descubrir.

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