domingo, 24 de febrero de 2013

Between love and sugar 5

CAPÍTULO 5



Cuando tuve bien amasada la masa para el pan, salí de la trastienda. Ángel estaba entregándole a un niño de unos diez años un donut cubierto de chocolate... Mmmm... Qué hambre tenía... No había comido nada al salir de casa y al ver aquel donut me entró de golpe.

- Adiós, ¡Gracias!-Dijo el niño saliendo de la tienda empezándose a comer el donut.
-A ti, y que aproveche.-Ángel estaba sonriendo al niño y me fijé en que se le marcaban unos pequeños hoyuelos.

Éste se dio la vuelta y se encontró conmigo.

-¿Ves como tenía razón?
-¿Eh?- Elevé una ceja en señal de confusión
-Antes me habías dicho que la gente "normal"-Dijo remarcando la palabra normal con unas comillas.- no venía a estas horas a comprar y mira por donde... ¿Quién tenía razón?

Me miraba para que le contestara a su pregunta, que mas bien era una pregunta retórica, pero no le pensaba seguir el juego esta vez, así que me quedé callada.

Moi! Oui madamme, moi.- (¡Yo!, si señora, yo) Dijo con una sonrisa triunfante haciendo un gesto de grandeza hacia sí mismo.

Negué con la cabeza.

-¿Qué? ¿Ahora ya no soy tu maestro sabelotodo o qué, eh?- Tenía ganas de broma pero yo no, sólo necesitaba comer algo.

Me notaba mareada, no había comido nada desde hacía doce horas. Ayer cuando cené solo comí un yogur con unas cuantas galletitas, así que no había comido casi nada.

-¿Te pasa algo, Lia?- Me miró con cara de preocupación.
-No, no tranquilo, está todo bien.- Me esforcé en sonreír de la forma más convincente que pude.

Asintió con la cabeza siguiendo dudando de lo que le dije.

-Como quieras...-Respondió él.

Justo en ese momento en el que nos quedamos en silencio mi estómago empezó a rugir. Ángel se giró hacia donde yo estaba apoyada y me miró mientras se le estaba escapando la risa.

-¿Qué ha sido eso?-No se aguantaba más la risa y estalló a reír. Yo me puse toda colorada de la vergüenza.
-¡Vale, ya está ¿No, Ángel?!- Estaba muy incómoda en esa situación.
-¿No me dirás que no tienes hambre?-Ángel aún se reía pero de una forma ya más controlada.- Lia, ¿Has comido algo hoy antes de venir aquí?-Ahora dejó de reírse y me miró seriamente.
-No, bueno, con las prisas... No me ha dado tiempo.-Dije aún más avergonzada.
-Dios, cuántas excusas os inventáis las chicas para no comer y estar delgadas-Dijo la última palabra en tono irónico. Parecía decepcionado.
-No es ninguna excusa, ¡Es la verdad! He tardado en levantarme y, simplemente, para no llegar tarde, no he podido comer nada...
-Bfff... Venga come algo, estás muy blanca.-Me dijo cogiendo un croissant del mostrador y dándomelo- Si no comes te vas a marear.

Lo acepté. Estaba comiendo ese croissant, era delicioso, muy gustoso y el azúcar que tenía por encima era tan dulce que se me hacia la boca agua con cada bocado.

-Mmmm...-Exclamé yo.-Gracias Ángel. Pero me sabe mal... ¿Cuánto te debo por el croissant?
-Nada. Es un favor, ya me lo devolverás otro día.-Se quedó un momento pensativo.-Bueno, en realidad ya me debes dos. Uno por acompañarte a casa el otro día y el segundo por el croissant.
-¿Te apuntas todos los favores que les haces a la gente para después pedirles algo a cambio o qué?-Me molestaba la arrogancia que mostraba al decir que ya le debía dos favores.
-No, pero en tu caso creo que lo haré.-Me sonrió burlonamente.-Gracias por el consejo.-Y me guiño un ojo, también, de forma burlona.

¡DIOS! ¡ME SACA DE QUICIO! 

No hacía ni cinco minutos que se había comportado de la forma más amable conmigo ofreciéndome ese croissant para no marearme y ahora ya volvía a adoptar su actitud sarcástica de siempre.

Terminé de comerme el croissant.

-Voy a acabar de hacer el pan. ¿Qué debo hacer ahora?- Pregunté con un tono neutro.
-Emm...Sí, vale, ahora tienes que coger la masa y dividirla en treinta partes iguales, cuando las tengas, coges un rodillo y las estiras, una por una. Luego les das forma una por una. ¿Hasta aquí entendido?- Me miró interrogante.
-Sí, lo he captado, tranquilo, puedes seguir-Dije yo tibante.

Él suspiró fuertemente.

-Lia, con esta actitud no se puede trabajar contigo. Debes ser más abierta.
-Que debo ser ¿qué?-Noté, como antes él me había dicho, que estaba arrugando la frente- ¡Encima será mi actitud! ¡La tuya nunca impide que pueda trabajar tranquila, no, qué va!-Estaba hablando irónicamente. Me fui a la trastienda bufando de la rabia.

Estuve encargándome de hacer el pan e hice todo lo que me había dicho, pero entonces no supe cómo debía continuar. Así que salí fuera y le pregunté.

-Ya he hecho todo lo que me dijiste, ¿Qué debo hacer ahora?- Estaba intentando evitar el contacto visual.

Noté como Ángel se giraba y me observaba.

-Vamos, te lo enseñaré, normalmente a estas horas no suele venir nadie.

Nos dirigimos a la trastienda y volvimos a colocarnos, como a primera hora, uno al lado del otro para seguir haciendo el pan.

-Vale, lo has hecho muy bien. Ahora cogemos esta bandeja para ponerla al horno y le echamos la semolina.-Lo estaba haciendo él.- Así, ¿De acuerdo?-Asentí. -Lia, ¿no me vas a hablar en lo que queda de día o qué? ¿Qué te ha molestado? ¡En serio, las mujeres sois difíciles de entender, pero tú te llevas el primer puesto!
-¡Ángel!-Esta vez sí lo miré directamente a los ojos, esos ojos verdosos hipnotizadores.-¡No conoces nada de mi vida! ¡NADA! ¡Así que no puedes juzgar nada de lo que haga! ¡JODER!

Dicho esto me quité el delantal de un tirón y salí de allí. Necesitaba que llegara aire fresco a mis pulmones. Estaba fuera de la repostería, hacía frío, me estaba congelando, pero ese aire que pasaba lo agradecía porque me calmaba. 

No podía aguantar más tiempo a su lado comportándose de esa forma, no... Ya había aguantado suficientes  cambios en mi vida desde los séis años, como para que ahora llegue él  y cambie el rumbo de todo. ¡NO!

Me apoyé en una pared. Sentí unos pasos de alguien que se acercaba a mí. No necesitaba mirar para saber quién era.

-Ven a dentro. Hace frío y cogerás un resfriado si te quedas aquí así, sin ninguna chaqueta-Me lo dijo en un tono de voz cauto.
-Solo necesito dos minutos sola, ahora vengo.-Tenía los ojos cerrados. Necesitaba tiempo para calmarme y reencontrarme con mi misma.

Noté que se alejaba. Respiré hondo, pero a los pocos segundo noté que alguien me tocaba. Abrí los ojos de golpe y me encontré a Ángel de frente. Estaba poniéndome un abrigo encima para que no cogiera frío.

-Gracias-Sólo fui capaz de decir eso.

Él me sonrió de una manera forzada y volvió dentro de la tienda.












¡FIN!
Si lo habéis leído dar RT a este --->> TWEET Así sabré quién avisar ;)
Sé que el capítulo de hoy no es muy largo, pero... ¡BUENAS NOTÍCIAS! El viernes o el sábado os intentaré colgar maratón, porque tendré exámenes trimestrales dentro de dos semanas y bueno...TT
Además, la semana siguiente tampoco podré porqué voy al BT BCN y lo veo difícil que cuelge capítulo, aún así se intentará.
PD: durante este tiempo no me abandonéis por favor, intentaré colgar lo más pronto posible :)

¡NOS LEEMOS! ^_^ 


domingo, 17 de febrero de 2013

Between sugar and love 4


CAPÍTULO 4


Había pasado ya una semana desde que mi madre hubo sido ingresada al hospital. Mi madre había ido solo a tres terapias, y David me había comentado que creía que avanzaba muy rápido, pero yo no podía pensar lo mismo. Es verdad que volvía a comer con normalidad y que había recuperado unos cuantos quilos que le hacían falta, pero aún no era la misma de antes. Casi no hablaba, seguía como en su mundo, pero ahora en lugar de quedarse en la cama, se hacía cargo de la casa. También, es verdad que con sólo tres terapias no se podían hacer milagros, pero también creía que David era demasiado positivista.

Ya era dos de diciembre, y durante estos últimos días había estado haciendo mucho más frío. Era un viernes, y durante toda la semana había estado ocupada cuidando de mi madre, por eso, no fui a trabajar ningún día. Yo, en verdad, quería ir, pero quién me ofreció no hacerlo para cuidar a mi madre fue Ángel, me dijo que mejor durante toda esa semana me ocupase de mis asuntos y que cuando ya estuvieran bajo control que lo llamase y se lo dijera para saber cuándo podía empezar, de una vez, a trabajar. El jueves anterior, después de una de las terapias de mi madre, David quiso hablar conmigo y me dijo que mi madre iba mejorando a un buen ritmo y que ya no tenía que preocuparme tanto, por eso en cuánto salí de allí, llamé a Ángel. Lo hice porque no quería que ni él ni me jefe pensaran que me aprovechaba de la situación, así que decidí hablar con él:

"-¿Diga?-Respondió la llamada al tercer 'piii'.
  -Hola... Ángel, soy Lia.
  -Ah.. Hola, no esperaba que me llamaras tan pronto.-Su voz me transmitía duda.
  -Ya, sí, claro, pero el psicólogo de mi madre ha dicho que todo va bien y que debería dejar que mi madre vaya mejorando por si sola, y entonces, bueno... Quería hablar sobre cuándo quieres que venga a trabajar.
  -...-No dijo nada. Durante unos segundos interminables sólo había silencio.
  -¿Ángel?¿Sigues allí?-Pregunté yo extrañada.
 -Sí. Lo siento, estaba hablando con mi padre.-Respondió él apresurado.-La verdad es que no contábamos que nos avisaras tan pronto para venir a trabajar, porque no hace ni una semana que ingresaron a tu madre pero...
  -Lo sé, pero prefiero volver a la normalidad en cuánto antes. Me gustaría poder olvidar estos últimos acontecimientos.
  -Entiendo.-Paró un momento y siguió hablando-Pues ¿qué te parece que esperemos a que pase una semana del todo y vengas el sábado por la mañana? ¿Va bien?
  -Genial. Gracias, hasta el sábado.

Estaba a punto de colgar cuando oí:

-¡Lia!- Ángel me había llamado.
-¿Si?-No sabía qué querría...
-Recuerda, los sábados abrimos a las nueve, así que a menos cuarto te quiero allí, que no te pase cómo el primer día.-Lo dijo en tono irónico, no lo hizo para hacerme sólo un recordatorio, lo hizo para burlarse de mí, este chico me ponía enferma.
-Ha-Ha-Ha... Mira la gracia que me hace.- No pude reprimir mis palabras.-Adiós Ángel, y no preocupes, si quieres a y media estoy allí.-No esperé su respuesta, simplemente colgué el teléfono."

Aún recuerdo esta conversa, y eso me hace gracia, porque después de colgarle y así dejándolo sin contestarme, recibí un mensaje suyo: 

<<¿A ti no te enseñaron nunca que se debe escuchar a la gente cuándo va a hablarte y a NO COLGARLE EL TELÉFONO? ;) Tomo tu palabra, allí a las ocho y media. Cuida de tu madre, y de ti misma también. Hasta el sábado. >>

Era incapaz de entenderlo, ¿Cómo podía ser a veces tan estúpido y a los cinco segundos ser tan jodidamente tierno?

Eran las once de la noche, así que ya era hora de ir lavándome los dientes e ir a dormir, porque tal y cómo le dije a Ángel, tenía que estar a las ocho y media en el trabajo y para hacerlo tenía que levantarme a las siete y cuarto.

Fui a lavarme los dientes y ponerme mi pijama de corazoncillos, para poder irme a dormir. Cuando salí del baño me metí en la cama, puse el despertador y apagué la luz.

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Ya era la tercera vez que me sonaba el despertador. Sabía que debía levantarme, pero no tenía suficientes fuerzas. Cuando sonó una cuarta vez, por fin me levanté. Al haber parado tantas veces la alarma ya eran las siete y media, tendría que ir como una bala si quería llegar a la hora pactada con Ángel.

No tuve tiempo de comer nada, porqué en cuanto salí de la ducha vi que ya eran las ocho y cinco, si no salía ya llegaría tarde.

Cuando llegué a la repostería, tardé un poco encontrar sitio para aparcar el coche, lo que hizo que fuera mas justa de tiempo aún. Al salir del coche fui corriendo hacia la tienda, iba a llegar en punto. Giré una esquina y ya estaba allí, pude ver Ángel abriendo la repostería. Salvada...

- Buenos días.-Dije exhalando.

Ángel me miró con una sonrisa que se le estaba escapando por debajo la nariz.

-¿Qué?-Dije yo. ¿Cómo a estas horas de la mañana, y un sábado, ya podía comportarse de esta manera?
-Nada, nada.-Ahora su sonrisa se amplificó.-Buenos días.-Dijo sosteniéndome la puerta para que entrara.

Cuando estuvimos los dos dentro cerró con llave.

-¿Por qué cierras ahora?-Dije confundida.
-Si la gente ve que hay luz, se pensarán que ya está abierta y querrán entrar.-Dijo como si fuera lo mas normal del mundo.
-¿Un sábado a estas horas de la mañana te piensas que tendrás gente haciendo cola para entrar o qué? La gente normal, un día de fiesta no se levanta a estas horas...
-Te sorprenderías de la cantidad de gente que sí lo hace.-Dijo seguro de ello.-¡Ah! Por cierto, en verdad llegaste tarde.
-¿Perdón?-¿Qué estaba diciendo ahora?
-Cuando llegaste eran las ocho y treinta y dos minutos, así que volviste a llegar tarde.
-¿Qué? No me lo puedo creer, en serio te viene de dos minutos, a parte tu también acababas de llegar porqué estabas abriendo la puerta, así que tu también llegaste tarde si vamos con estas...-Estaba indignada.
-Ya bueno, y ¿Qué? Yo soy el hijo del jefe, llego cuando quiero siempre y cuando respete los horarios establecidos, en cambio tú...- Estaba volviendo a adquirir esa actitud burlona que tanto me molesta.- no.

Inspiré y expiré un par de veces para no contestarle mal.

-Cómo sea, Ángel.-Me giré y me encaminé a la trastienda.- Voy a ponerme el delantal.

Al terminar de ponérmelo y hacerme la coleta, vino él ya dando ordenes.

-Hoy para empezar tendrás que hacer una horneada de pan, ¿De acuerdo? Y después hacia las doce harás otra, aparte de esto vas a ocuparte de la caja, ¿Va bien?- Y aquí teníamos otro cambio de actitud, llevaba con él tan solo un cuarto de hora y ya había experimentado tres cambios, primero simpático, luego sarcástico y ahora mandando ordenes.
-Bueeeeno...-Dije yo alargando esta palabra. No sabía cómo decirle que no tenía ninguna idea de cocinar y aún menos de hacer cosas de repostería o una horneada de pan. Yo contaba con que Carol se lo hubiera dicho, pero no era así.
-¿Algún problema?- Dijo cruzando los brazos y apoyándose al marco de la puerta.
-Es que... Bueno yo...-No sabía por dónde empezar.
-¿Sí?-Dijo arqueando una ceja y  dándome pie a que hablara.
-Simplemente es que.. Bueno, sinceramente no tengo ni idea de... cocinar...- Lo miré con cara de duda esperando su reacción.

Al cabo de unos pocos segundos estalló a reír, lo que me confundió aún más.

-¡¿Lo dices en serio?!-Dijo, una vez ya se había calmado con su ataque de risa.
-¡¿Qué motivos tendría para no decir la verdad?!-Dije yo empezándome a incomodar.
-¿Y entonces cómo es que pides un trabajo dónde se es necesario saber manejar la cocina?- Me estaba mirando con los ojos como platos, pero a la vez con curiosidad.
-En realidad, yo no quería trabajar aquí por esto, pero Carol insistió en que si lo hiciera y bueno... Creo que ya sabes cómo es tu prima...
-Ya, claro, tendría que haberlo supuesto que Carol era la cabecilla de todo esto.- Negaba con la cabeza.- ¡De acuerdo pues manos a la obra!- Dejo de apoyarse en el marco de la puerta y se dirigió hacia el centro de la trastienda hacia donde estaba yo.- ¡Venga!
-¿Venga, qué?
-Empecemos a hornear pan, si no lo comenzamos a hacer ahora tendrás que espabilarte tu solita y si te salen mal, será todo culpa tuya. Así que antes de que sea hora de abrir te voy a enseñar cómo hacer pan.

Parpadeé varias veces. Este chico no debe estar en todas sus facultades mentales, ¿Porqué tantos cambios de actitud? Suspiré y asentí.

-¿Al menos sabes qué ingredientes necesitamos?- Me estaba poniendo a prueba, pero la verdad es que no tenía ni idea.
-¿En qué parte de que no sé cocinar nada de NADA te has perdido?-Me estaba empezando a cabrear.
-Vale, vale. Con calma eeh, Tigresa...
-¿Me acabas de llamar Tigresa?- Ya se estaba pasando.
-Sí, pero es por tu carácter, a la mínima de cambio te enfadas.
-¿QUÉ? ¡Mira quién habla!-Estaba indignadísima.
-Mira quién habla ¿Por qué?- Me miraba con interés por lo que dijera.
-¡Porque eres tú quien constantemente está cambiando de actitud, confundiendo a todo Dios haciéndolo!

Elevó sus cejas, simulando sorpresa. 

-Soy como soy, pero no creo que cambie tanto cómo tú dices.- Entonces se acercó más hacia mí, pero yo retrocedí. Aunque él se acercó aún más y dijo:- Por cierto, el otro día ya te lo quería decir, cuando te enfadas arrugas la frente,- Levantó su mano y me la puso en la frente haciendo que dejara de arrugarla.- no te favorece.

Habiendo hecho esto se separó de mí y empezó a sacar diferentes ingredientes de los armarios que habían en el lado derecho de la habitación.

-Primero necesitamos harina, sal, levadura, semolina y una clara de huevo.- Me miró.- ¿Entendido?
-Sí, tranquilo.-No comprendía cómo podía tener estos cambios tan de repente.
-Perfecto, para empezar, cogemos este bol grande, es el más grande que tenemos, y con este podemos hacer treinta barras de pan, aproximadamente.- Estábamos uno al lado del otro, yo observando todo tipo de indicaciones que me estaba dando.- Entonces, le echamos más o menos esto de harina- dijo mientras la ponía- y luego le tiramos la levadura y sal.
-Vale, vale, vale.-Me empezaba a estresar.- ¿Y no tienes unas cantidades para que yo sepa cuánto poner de cada cosa?
-Eeeeh...no.-Me miró de forma rara.-Por si no lo sabías los grandes maestros y las abuelas, que son las que acostumbran a cocinar mejor, no tienen unas cantidades establecidas para poner de cada ingrediente, todo es a ojo. De esta forma, todo sale bueno, pero vamos, todo lo que haga yo sale bien, ¿no?- Ahora estaba haciendo broma.
-Sí, claro mi maestro sabelotodo- Le seguí el juego.
-Mmmm...-Se puso una mano en la barbilla haciéndose el pensativo.- Me gusta este apodo, creo que a partir de hoy te pediré que me llames así.

Me reí un poco y él también, pero sólo fue un pequeño instante. Después de este corto momento siguió explicándome cómo hacer pan.

-Venga, continuemos. A ver ya hemos puesta harina, sal y levadura...-Dijo para si mismo.-Ahora toca poner agua. Más o menos, para cuándo se te quede la masa de esta textura.-Dicho esto me cogió de la mano dentro del bol.
-¿Pero qué haces?- Abrí mis ojos sorprendida.
-Enseñarte cómo se debe amasar. Vamos, pon tu otra mano en el bol.- Aún me estaba cogiendo de mi otra mano.- Le hice caso y puse mi otra mano.

Entonces empezamos a amasar la masa. Él para enseñarme, cómo tenía sus manos expertas sobre las mías, me guiaba y me enseñaba cómo debía hacerlo. 

-Vale, está bien. Para un segundo, saca tus manos.-Lo hice. Pero se me quedaron restos de la masa entre los dedos y Ángel me cogió, otra vez, las manos y con las suyas, también llenas de masa, me quitó los restos que yo tenía.- Ahora está mejor. Hazme un favor, Lia, coge un poco de harina y ponlo en la encimera, pero no demasiada.

Cogí el paquete de la harina y esparcí un poco dónde me había dicho.

-Ya va bien.- Ángel cogió la masa y la puso encima de dónde yo había puesto la harina.-Ahora sigue tu amasando, yo iré a abrir, que ya vamos un poco tarde.-Me echó una mirada de reojo.
-Lo sientooo...En realidad, pensaba que Carol ya os lo habría dicho yo no pretendía...
-Tranquila, Lia, lo decía en broma.-Me sonrió de forma amistosa y yo se la devolví.-Pero, ahora, mejor amasa unos cinco minutos más y cuándo lo hayas hecho déjalo fermentar una media horita, ¿Vale?
-Perfecto.

Entonces me dejó sola en la trastienda acabando de hacer la masa del pan y con el corazón otra vez desbocado, como el día que me acompañó a casa. Creía que debía ser por sus frecuentes cambios de actitud, así que, tal y cómo Ángel me dijo seguí amasando durante cinco minutos más.









FIN ;)
Por el quinto cap tendréis que esperar un poquitín, creo que subiré un cap por semana, y si tengo tiempo libre os subiré alguno que otro entre semana.
Espero que este os haya gustado, creo que es mejor que el anterior, la verdad.

Necesito pediros un favor, los que queréis que os avise para el próximo capitulo dad RT  o favorito (me da igual cuál de las dos cosas) a este TWEET. Si no, no sé quién tengo que avisar y quién no. 
Pero bueno, aún así GRACIAS por leerme :')



martes, 12 de febrero de 2013

Between sugar and love 3

CAPÍTULO 3


Llevaba ya dos horas esperando en el hospital. Eran las 22:30 h. La tensión que llevaba acumulada, desde que entré en casa y me encontré a mi madre de esa forma, ya era inaguantable. Cuando hube llamado al 112 tardaron menos de diez minutos en que llegase la ambulancia. Durante todo el trayecto estuve llorando. "¿Por qué mamá?" "No tenías motivos..." "¿Querías dejarme a mi sola?" "Juntas podemos conseguir superarlo todo... Pero no tienes que rendirte..." Pensamientos de ese tipo no paraban de rondar por mi cabeza. No lo aguantaba más. ¿Cuánto más tardarían en decirme cómo estaba? Ya me había tomado dos cafés que sabían a agua destilada... Pero ¿Qué más podía hacer durante esta espera interminable?

- ¿Familiares de Clara Jiménez?- Me levanté de golpe de la silla de la sala de espera en la que estaba sentada.
- Sí, soy su hija. ¿Está bien?-Mi voz sonó a desesperación.
- Tranquila, tu madre se encuentra fuera de peligro. No hace falta que te preocupes.-Me dedicó una sonrisa tranquilizante.-Pero antes de todo me gustaría hablar contigo, en privado mejor, por favor.
-Claro. ¿Pero podré ver a mi madre?- Arrugué la frente, necesitaba verla lo más pronto posible.
-Sí, pero antes de que la veas quería charlar de algunos temas serios, es importante.-Repitió el doctor.

Asentí con la cabeza y le seguí por los pasillos del hospital. Me llevó a una sala que me  pareció ser la consulta de algún pediatra.

-Vamos a ver, el tema con el que quiero tratar es un poco delicado, así que necesito tu total sinceridad, ¿Entendido?-Me hizo una mirada de advertencia.
-Sí, entendido.-Me asustaba lo que podía llegar a decirme.
-De acuerdo.-Inspiró profundamente antes de hablar.- Vamos a ver, primero de todo querría presentarme; soy David, uno de los psicólogos de este hospital y me han informado del caso de tu madre. Pienso que eres lo suficientemente grande como para al menos saber qué le ha pasado a Clara, ¿Verdad?
-Emm...-Tenía razón. Este tema era complicado de tratar. Noté cómo se empezaba a crear un nudo en la garganta.- Bueno, creo que tampoco hace falta ser un detective para saberlo, ¿No?- Y ahí estaba, otra vez, mi carácter tan borde que saco cuando las cosas me ponen de los nervios.
-Tienes que entender que yo solo pretendo ayudarte, ¿Vale? Así que intenta abrirte un poco, por favor.- Este hombre, en verdad, estaba teniendo mucha paciencia conmigo.
-Cuando llegué a casa me la encontré tirada en la cama y con un bote de pastillas para dormir completamente vacío, estaba inconsciente, así que deduzco que intentó suicidarse, ¿No, doctor?- Estaba hablando con un tono un poco sarcástico. ¿Qué pensaba este psicólogo? ¿Que tenía seis años y no tenía ni idea de lo que había tratado de hacer mi madre? Yo lo único que quería era ver a mi madre y no perder el tiempo con charlas tontas.
-Me gustaría que me llamaras por el nombre.-Esta vez lo dijo un poco más cortante.-Tu madre intentó suicidarse con pastillas para dormir y, realmente, tomó gran cantidad de pastillas, pero los médicos dedujeron que no lo hizo mucho antes que tu llegaras a casa y llamaras la ambulancia. Con esto quiero hacerte ver que si hubieras llegado un poco más tarde, puede que ya no hubieran tenido ninguna opción de salvarla.
-¿Y con esto quiere llegar a...?-Necesitaba que terminara cuanto antes.
-Una sobredosis de pastillas para dormir desactiva completamente las actividades del cuerpo, incluyendo el sistema nervioso, el respiratorio y el cardiovascular. Al dejar de funcionar estos sistemas provoca la muerte de la persona, pero como son pastillas anestésicas y tranquilizantes, una sobredosis hace que la persona no sufra ningún dolor. Muchas persones, de esta forma, al temer que vivir les pueda causar más dolor, prefieren tener una muerte "dulce" y sin ningún daño que sufrir. Estas sobredosis, también, es considerada como un problema psicológico, ya que si una persona decide terminar con su vida de esta forma es porque tiene un problema y necesita ayuda. Estos casos, muchas veces, son causados por estrés físico o enfermedades menta...
-Mi madre había caído en depresión.-Corté lo que estaba diciendo el Dr. David.- Hace cuatro meses de ello.- No me atrevía a mirarlo a la cara. Este tema me afectaba demasiado.
-¿CUATRO MESES?-Su reacción me sobresaltó.-Al menos iba alguna terapia, ¿Verdad?
-No.
-Con cuatro meses de depresión y sin ningún tipo de terapia, me sorprende que tu madre haya soportado tanto tiempo esta situación. ¿Podría preguntarte el porqué cayó en esta depresión?.
- Teóricamente ya lo has preguntado, así que no sé porqué pides permiso, pero bueno...-A veces pienso que debería aprender a reprimir un poco mi carácter.- Mi madre... estuvo durante un año estuvo viviendo con un hombre...
-Me podrías decir su nombre, por favor, es para aclararme un poco.- David estaba anotando cosas en una libreta mientras hablaba, así que yo seguí relatando la historia.
-Saúl. Este hombre, cuando mamá y él se conocieron era muy buen hombre, era atento, divertido, chistoso, alegre... Era, simplemente, genial. Pero a los dos meses de vivir juntos, Saúl empezó a beber mucho. Llegaba a casa, cada noche, por la madrugada y borracho. No trabajaba, se aprovechaba de lo que ganaba mi madre y...-En este punto de la historia ya hacia rato que me había puesto a llorar.
-Que sepas que no te voy a juzgar por lo que me cuentes, pretendo ayudarte. Solo, cuéntamelo y juntos buscaremos una solución para tu madre.-Me sonrió y eso me reconfortó.
-Más de una vez, cuando Saúl llegaba a casa borracho, oía a mi madre y a él discutiendo y... Bueno, llegué a verlo pegar a mamá. Y, después de que estuvieran unos siete meses así, mi madre no lo aguantó más y consiguió separarse de ese hombre.
-¿Se casaron alguna vez?-Seguía anotando cosas.
-No.
-Entonces, para separarse ¿qué hizo tu madre?
-Pidió una orden de alejamiento y cuando logró deshacerse de ese... Al haber aguantado, tanto tiempo, todos sus maltratos cayó en esta depresión.
-Ten.-David me ofreció un pañuelo para secarme las lágrimas y para mocarme.- A parte de todo esto que me has contado ¿Recuerdas algún dato importante que crees que debería tener en cuenta?
-No ahora mismo no.
-Vale, está bien. Si te viene algo a la cabeza que crees que puede ser importante para tratar el asunto de tu madre, llámame.-Me pasó una tarjetita que se sacó de su bata de médico, donde ponía su número de teléfono.
-Gracias lo tendré en cuenta.-Me levanté de la silla en la que me había sentado.
-Antes de que te vayas. Quiero que sepas que yo ya conocía a tu madre.
-¿Perdon?-¿Qué me estaba diciendo ahora?
-Clara y yo ya nos conocimos en el instituto y éramos buenos amigos, por eso he decidido tratar este asunto como amigos y no cobrarle las sesiones.
-¿Qué?
-Pienso, y creo que tu también lo piensas, que tu madre necesita terapia con un psicólogo, por eso me gustaría llevar su caso yo mismo sin cobrarle nada. Lo haría como un favor.
-Emm.. yo... No sé qué decir... Muchas gracias de verdad.-Después de toda esta larga charla con David, consiguió sacarme una sonrisa.
- No es nada. Pero creo que ya va siendo hora que vayas a ver a tu madre. Vamos.-Me hizo un gesto con la cabeza.

Lo seguí, otra vez por los pasillos del hospital. Subimos al ascensor y pulsó el piso cinco. Al llegar allí, me indicó y me dijo que estaba en la habitación 531. Me dirigí hacia allí. Cada vez que daba un paso más me penetraba aún más el olor a hospital. Este olor me repugna, no me gusta nada. Solo que esta vez, en lugar de huir del olor, como siempre acostumbraba a hacer, lo enfrenté y fui a la habitación de mi madre. Ya eran las doce de la noche. Mañana no pensaba ir al instituto, me quedaría cuidando a mamá.

Abrí la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido. Allí estaba ella. Tumbada en la cama. En la forma que estaba puesta parecía mas delgada y delicada de lo que ya era.

-Mamá...-En ese momento no lo soporté más y rompí a llorar mas fuerte que nunca.-No, mamá... Nunca más... Nunca más me vuelvas a hacer esto... ¿Me oyes? Nunca...

Entre tantos llantos y suplicas terminé durmiéndome, cogiendo la mano de mi madre y sentada en un sillón que estaba al lado de su cama.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

El móvil me despertó. Abrí los ojos con dificultad. Me dolía mucho la cabeza, debía ser por haber llorado tanto, anoche. Miré la pantalla del móvil. << Mensaje de Carol >> Pulsé en abrir. 

<< Ahora mismo salgo de casa y paso a buscarte con tu coche. Gracias otra vez por prestármelo anoche. Cinco minutos y estoy en tu casa. See you soon >>

 No me acordaba que Carol había cogido mi coche, así que le escribí una respuesta rápida:

 << Hoy no iré al instituto. Estoy en el hospital con mi madre, anoche la ingresaron. Te quiero. Hablamos mas tarde. xoxo >>

 Después de esto, inmediatamente recibí su respuesta:

 << ¿¡QUEEE!?  ¿Está bien? Esta tarde, después de clases, me paso a verte. >>
<< No te preocupes, ahora ya se encuentra bien. Pero si no te va bien, no hace falta que te vengas (lo digo por el trabajo...) xoxo>>
<<Que le den al trabajo y a Ángel... Ahora solo pienso en ir a ver cómo estáis, tu madre y tú, ¡Las dos!... Cuídate, entro a clase... :) >>

Una vez terminamos de enviarnos mensajes no hice gran cosa. Me pase toda la mañana hablándole a mi madre, aunque no estuviera despierta. Las enfermeras que vinieron a ver el estado de mi madre me contaron que la tenían sedada, solo de forma temporal, porque estaba muy débil y necesitaba ganar más nutrientes. 

Todo el día pasó muy lento, pero no quería separarme de mi madre. Me daba la impresión que en cuanto le diera la espalda le pasaría algo.

Hacia las cinco de la tarde llamaron a la puerta de la habitación.
-Adelante-Dije yo.
-Hola...-Se asomó una cabeza por la puerta, aunque por la voz ya sabía quién era.
-Carol, ¡Hola!- Con solo un saludo consiguió sacarme una sonrisa.
-No podía aguantar más y he venido a veros. Me tenías muy preocupada.- Vi que se le humedecían los ojos y, entonces, me abrazó más fuerte que nunca.- Tenía mucho miedo por ti, Lia.
-¿Por mi? Pero si yo estoy bien...
-Pero tu madre no, y cuando ella no está bien, tu acostumbras a estar peor aún.-Me apretujó más fuerte.

Llevábamos bastante rato abrazadas cuando sentí alguien decir:

-¿Se puede?- Lo vi en el umbral de la puerta. Ángel. Entonces me separé un poco de Carol y me dirigí a él.
-Eh... Sí, pero ¿Qué haces tu aquí?- Me extrañaba que hubiera venido.
-Lia, Ángel ha venido conmigo, cuando llegué al trabajo, le conté la situación en la que estabas y me dejó salir antes del trabajo, pero decidió acompañarme...
-Oh... -No sabía que decirles.

Ángel se adentró a la habitación y me dió un ramo de flores.

-Esto es un pequeño detalle. No sabía qué traer a alguien que está en el hospital así que he pensado de esto sería una buena idea.-Dijo un poco avergonzado, pero aún así mostrando seguridad en él mismo.
-Gracias...Supongo...

Me extrañaba mucho su carácter...

Ángel y Carol se estuvieron una hora más conmigo y mi madre. Ángel no habló nada, en cambio Carol me informó de todo lo que hicieron en clase y yo le expliqué todo el asunto de mi madre.

Luego, cuando se fueron les acompañé hasta la puerta del hospital y me despedí allí de ellos. Me fui al bar a comprar un bocata para cenar y volví a subir a la habitación con mi madre.





FIIIN DEL 3R CAPITULO!!
Ahora, esta vez, a parte de comentarme (Que me encanta que lo hagáis, así me entran más ganas de seguir escribiendo), os pido, por favor, que para saber a quién tengo que avisar cada vez que suba capitulo nuevo, le diérais RT o fav. a este TWEET

Sé que este cap no es muy bueno pero espero que el próximo os guste mas :)











lunes, 11 de febrero de 2013

Between sugar and love 2


CAPÍTULO 2


Carol y yo, después de intentar varias veces más, tuvimos que ir a cambiarnos. Nos pusimos un delantal y nos recogimos el pelo con una cola, por temas de higiene.

Cuando salimos de la trastienda, cambiadas, Ángel nos ordenó lo que debíamos hacer. A Carol le dijo que hiciera una horneada de pan, así que tuvo que volver a la trastienda a hacer lo que le pidió. Y a mí me dijo que me ocupara de la caja, que por hoy ya habría suficiente si hacía eso.

La tarde pasó bastante aburrida, el único momento que tuvimos verdadero trabajo fue desde las cinco hasta las seis y media, la hora que los niños salían del colegio e iban a comprar la merienda. Luego, vino un poco de gente a encargar galletas, pasteles, bollos… entre otras cosas, y se nos hizo las siete y veinte.

-         -   Ángel.- Dijo Carol saliendo de la trastienda, dónde se había pasado casi toda la tarde.
-         - Dime… - Ángel ya parecía un poco cansado.
-      Es que tengo que ir a comprar una calculadora para economía, porque he perdido la mía y necesito una para mañana. ¿Te importaría que saliera ahora a comprar una antes que cierren todas las tiendas?- Carol hacia una carita de cachorrito que nadie era capaz de decirle que no.
-          Aaargg… ¡Vale! Haz lo que quieras, pero mañana te quiero ver una hora antes aquí.
-          ¿Pero entonces cuando quieres que coma?- Hacía cara de penita.
-       No lo sé. Y me da igual. Pero lo que sí sé es que hoy has llegado tarde y, encima, te vas antes, así que mañana lo compensarás.
-          De acuerdoooo…- Dijo resignada- ¡Ah! Por cierto, Lia, ¿me puedes prestar el coche? Es que si no, creo que si cojo el bus, no llegaré antes que cierren. Te prometo que mañana por la mañana te paso a buscar a tu casa y te lo devuelvo, ¿sí?
-          Claro, toma.- Le dije sacándome las llaves  del bolsillo.- Pero ten cuidado con él- Le advertí.
-          ¡Graciaas!- Me dio un beso a la mejilla y se fue hacia la puerta- Adiós chicos, nos vemos mañana.
Se marchó y nos quedamos Ángel y yo a solas.
-     Si te va bien, puedes ir haciendo ya el recuento de caja. No creo que venga nadie más ahora. – Me aconsejó Ángel.

Asentí con la cabeza, hice lo que me dijo y terminé a las ocho menos cinco minutos. Luego, fui a la trastienda a dejar el delantal y a ponerme el abrigo para marcharme. Miré mi bolso, tenía suficiente para comprar un billete de tren e irme a casa. Cuando estaba contando el dinero entró Ángel.

-          Y tú, ahora, ¿Cómo iras a casa?
-        ¿Eh?- Me descolocaba que me hablara ahora al no haberme hablado durante toda la tarde, tan sólo para darme órdenes.

Él se me quedó mirando esperando una respuesta. Yo intenté recordar qué me había dicho y entonces le respondí:

-          Supongo que tendré que coger un tren.- Dije amablemente.
-          ¿A estas horas vas a coger un tren? – Preguntó frunciendo la frente.
-         Sí, si no, ¿Cómo vuelvo a casa?
-        Bueno, digamos que eso de ir en tren para mí no es una opción.- ¿Cómo? No entendía a lo que se refería.- Si lo prefieres te podría llevarte yo a casa.

¿Acababa de ofrecerse llevarme a casa? ¿En serio? Después de pasarse casi toda la tarde ignorándome, ahora me hablaba y quería traerme a casa… No podía haber nadie que entendiese a este chico, seguro.

-          Bueno… yo…
-         Perfecto, si esperas a que me quite esto – Dijo refiriéndose al delantal- Te llevo.- No le había dicho que sí y ya lo había dado por supuesto.
-         - Eh…
-        ¿Algún problema?- Dijo arqueando una ceja. Supongo que mi cara de confusión, por toda esta situación, le descolocó.
-          Es que…- ¿Qué debía decirle? “Bueno, nada, que al no hablarme en toda la tarde, cosa de antipáticos, te ofreces a llevarme a casa, así sin ningún motivo” No, definitivamente, no podía decirle eso. Era el hijo de mi futuro jefe, debía ser agradable con él por mucho que él no lo fuera conmigo.- No, nada. Me iría de perlas que me llevases a casa. En realidad tampoco tenía suficiente dinero para ir con tren.- Mentira, tenía de sobras, pero tenía que quedar bien.
-      Vale, genial.- Dijo Ángel cuando se hubo quitado el delantal.- ¿Nos vamos?- Cogió unas llaves de su bolsillo del pantalón.
-         ¡Claro!- Dije con una sonrisa.

Salimos de la tienda y, con las llaves que había cogido, la cerró. Fuimos caminando uno al lado de otro sin decir nada. No era un silencio incómodo, al menos para mí. Era, simplemente, un silencio entre dos personas que se acaban de conocer y aún no tienen nada en común. Durante el trayecto desde la tienda hasta su coche hizo bastante frío. Era finales de noviembre, se acercaba navidad, era normal que hiciera frío.

-          Y…- Empezó a hablar Ángel- tu nombre es Lia, ¿Verdad?
-          Sí.
-         ¿Qué nombre es ese? No lo había oído nunca…- Me dirigió una mirada de reojo y me di cuenta porque yo también lo estaba mirando de esa forma.
-         En realidad es Natalia, de allí viene Lia.-Le di la explicación más simple.
-         ¿Ah?...- Parecía confuso.- Pero Natalia es un nombre muy bonito, en cambio, Lia no me lo parece tanto...
-         Bueno, no te he pedido tu opinión, me tiene que agradar a mí, que es lo que importa- La había cagado. Mi lengua fue más rápida que mi cabeza.- Emm… Lo siento, no quería ser tan borde, es solo que no me gusta hablar en cuanto a eso.
-          No, tranquila, no pasa nada. Está bien.

Entonces no dijimos nada y seguimos caminando hacia el coche. Cuando se paró, estaba al lado de un coche que… ¡Vaya pedazo coche! Era un Mito, de la marca Alfa Romeo. No me lo podía creer, ¿Cuántos beneficios podía tener una repostería como la suya?

-      ¿Subes? –Ángel me llamó la atención con eso, ya que me había quedado boca-abierta observando su coche.
-         - Eeh.. Sí, si.- Le afirmé. Di la vuelta al coche y entré. Me senté en el lado del copiloto.

Me encantaba su coche. Con tan solo entrar y sentarme me invadió el olor de piel de los asientos. Era una pasada de coche.

-      Y ¿Dónde vives?- Le miré con cara de confusión, estaba demasiado embobada mirando todo el coche como para prestarle atención a él.- Para llevarte a casa…-Me devolvió mi mirada de confusión.
-      Oh…Claro, em…-Me quedé bloqueada observando sus ojos verdosos. En verdad eran preciosos, el color…
-          ¿Te has olvidado de dónde vives o qué?-Entonces cambió su expresión y se volvió más antipático.
-          En pedralbes. La “Avinguda d’Esplugues”. Vivo al lado del “Garden Center”-Le contesté lo más bien que pude. Cuando la gente me viene en plan estúpido, no lo aguanto, no puedo controlarme.
-          De acuerdo.

Dicho esto arrancó el coche y ni me miró ni una sola vez. “Antipático, Antipático, Antipático, Antipático” y “Borde, borde, borde y estúpidooo” pensaba yo. No lo entendía. ¿Cómo un chico que ha tenido el detalle de ofrecerse a llevarte puede cambiar de un segundo a otro y volverse estúpido?

-         - ¿Váis a la misma clase tu y Carol?- ¿Qué le importaba esto ahora?
-         Hmm..-Dije yo en gesto de afirmación.
-         “Hmm” que quiere decir que…- Encima de estúpido también será tontito el niño…
-         Coincidimos en algunas.-Intentaba ser lo más amigable como mi forma de ser me permitía.
-         Entonces el trabajo, ¿Te interesa? –Empezaba a ponerme de los nervios.
-         Claro, si no, no me hubiera tomado las molestias ni de venir.
-         Y, ¿Por qué te interesa?
-      ¿Qué es esto una entrevista? ¿Un interrogatorio? Por que, que yo sepa, no he cometido ningún crimen.- Esta vez le miré ya enfadada. Me molesta que me hagan tantas preguntas. No lo soporto.
-      - ¿¡Te puedes calmar!?- Él también se giró y me miró, ya que estábamos parados en un semáforo en rojo.- ¡Solo trataba de hacer el viaje más ligero y cómodo! ¡Pero contigo ni se pude!- Estaba enfurecido, daba miedo, pero yo también lo estaba.
-    ¡Pues no lo intentes! ¡No hace falta! ¡Es mejor que no abras la boca!- Cogí aire para seguir discutiendo- ¡Cómo antes acabe este trayecto mejor que mejor! ¡Así que hazme un favor a mí, y a ti también, y cierra esa boca que cada vez que se abre la cagas más!
-      ¡¿Pero tú quién te has creído?! ¡Todo esto lo he hecho para ser más amable! Pero eres misión imposible…- Paró un momento, dudaba en seguir hablando.- Si sigues con este carácter nadie se te acercara en tu vida, ni sé cómo Carol puede ser amiga tuya.

Esta vez se había pasado. Me notaba los ojos humedecidos, pero no pensaba llorar, no delante de Ángel. Así que preferí actuar con indiferencia, y sin sacarle los ojos de encima de dije:

-     El semáforo. Está verde. Y te están pitando para que avances.- Giré la cabeza para mirar a través de la ventanilla del coche.

Noté que resoplaba, pero siguió avanzando con el coche.

Durante el resto de trayecto ni nos miramos. Suerte que solo fueron diez minutos y no más, sino, no sé cómo hubiera aguantado con ese ambiente que se respiraba entre nosotros.

Al llegar a mi casa, se paró delante y me bajé. Pero cuando estaba a punto de cerrar la puerta, pensé que mejor sería ser educada, por lo menos intentar serlo, ya que él sería el hijo de mi futuro jefe.

-     Gracias por llevarme y lo siento.- En cuanto lo dije cerré la puerta y me encaminé hasta el barrio de mi casa.

En cuanto puse la llave dentro de la cerradura lo escuché:

-       ¡Nataliaa!

Me giré cabreada ya que ya le dije que no me gustaba que me llamaran de esa forma.

-       ¡Que no me llames Nata…-No pude terminar la frase, me tiró algo en la cara. Cuando reaccioné y supe lo que era lo miré.- Gracias,- Rodé los ojos.- otra vez.

Me había tirado la bufanda que llevaba. Se me debió caer mientras íbamos en coche. Ángel, cómo respuesta, me guiño un ojo y me sonrió. ¿Es bipolar o qué le pasa?

Entre a casa y al cerrar la puerta de la entrada me apoyé en ella. Mi respiración y mis latidos se habían acelerado. No me podía quitar de la cabeza esos ojos esmeralda que me dedicaron un guiño. Pasados unos segundos, al recuperar mi ritmo de latidos normal subí las escaleras y me dirigí a la habitación de mi madre.

-    Mamá…- Esperé, pero no obtuve ninguna respuesta- ¿Estás despierta?-Suponí que no, ya que no me hablaba.

Me acerqué a ella y encendí la luz de la mesilla de noche. Entonces pude verlo.

-       ¡MAMÁ! ¡¿Qué has hecho?!- Notaba cómo las lágrimas me caían por las mejillas. Cojí el bote que tenía en la mano. Efectivamente estaba vacío.- ¡No me puedes haber hecho esto mamá…!

No sabía que podía hacer así que mi única reacción fue llamar al 112.






FIN del segundo Capítulo!
¿Queréis que lo siga? Twitteámelo en: @DreamsOfNorah Así sabré a quien tengo que avisar. ¡Graciaas!

PD: Por favor votad en la encuesta que he puesto hoy en el blog. La encontraréis en la parte de arriba en el lado derecho.
Gracias otra ve. :)

¡Nos leemos!

jueves, 7 de febrero de 2013

¡ADIÓS EXÁMENES!....... Hasta dentro de un mes...

El motivo de esta nueva entrada, tal y como pone en el titulo es que... ¡He terminado los exámenes! Por ahora... Pero aun así soy feliz =)
Como estos días tendré mas tiempo libre porque no tengo tantos deberes ni tengo que estudiar procuraré hacer el relato, del cual hice una especie de avance en el twitter oficial del blog pero esta vez, el relato irá para el proyecto de Pencils Of Promise (¡¡¡¡Recordad el 18 de este mes se estrenaaaaa!!!!) Y bueno aquí tenéis el adelanto: "¿Por qué siempre nos empeñamos en que todo saldrá bien? No todo tiene un final feliz, ni se comen perdices. Esto es la vida, a veces es justa y la mayoría de veces injusta. Debemos aprender a convivir con esto." ¿Qué? ¿Queréis saber de que irá y qué pasará? Pues lo sabréis cuando el proyecto se estrene. ;)
Después de esto, quería poneros en esta entrada esta canción:




Esta es la canción de la nueva temporada de "Polseres Vermelles" (Pulseras Rojas) y la verdad que durante esta semana en la radio que yo escucho al ir al instituto la han puesto varias veces y, podríamos decir que me ha ayudado a superar los exámenes (¡SÍ!). Y a parte, que es una preciosidad de canción, te llega al corazón tan solo con la primera palabra que dice. Definitivamente, es una de las mejores canciones que existen.

Y para los que estáis en exámenes.... MUCHA SUERTE! A estudiar duro y a aprobar, a ver si la canción también os ayuda.