Cada día, a cada hora, minuto y segundo pienso en ello. Recuerdo cada momento vivido a tú lado. La sonrisa que me mostrabas. Tus ojos iluminándose y brillando de felicidad. Sigo pensado el porqué. Me pregunto qué provocó que lo hicieras. Pensaba que eras feliz, ¿Lo eras verdad? Confío que sí.
Añoranza, amor, nostalgia, tristeza y odio es lo que siento cada día al pensar en ti. La duda me carcome, ¿Hice yo algo mal? Pensaba que juntos éramos felices, siendo como éramos, sin que nadie nos quisiera cambiar, mostrándonos el uno al otro nuestro verdadero yo. En nuestro mundo, sin dejar que nadie nos invadiera.
El tiempo pasó, es verdad que cambiamos pero ¿hacía falta que nuestra relación lo hiciera también? Te echo de menos y me duele, pero lo que realmente me duele es el saber que no te voy a recuperar. El dolor que siento es tan profundo que se convierte en odio. ¿Cómo hiciste una cosa como esa? Tú vida no es solo tuya, puede que te pertenezca, pero ¿Qué hay luego de tus padres? ¿Y tu hermana? ¿Y tus amigos? Y... ¿Y yo? ¿Pensaste en nosotros en alguna ocasión? ¿Pensaste en cómo podríamos sentirnos después de todo?
No es solo tú vida de la que estoy hablando, porque tu vida forma parte de nuestras vidas, eres un trocito de cada persona. Tú vida también nos pertenece a quién te rodeamos, porque gracias a ti yo me he convertido en quien soy ahora, y no puedo evitar llorar cuando pienso que yo también hice que fueras como eras. Entonces, lo reflexiono y mi llanto estalla ¿Fui yo la causante? ¿Provoqué yo tanto dolor en ti? Espero algún día encontrar una respuesta que me lo niegue, porque con esta culpabilidad no puedo vivir.
Te pedí que pensaras en mí cada noche, ¿Algún día llegaste a hacerlo? Espero que sí, porque por mucho odio que sienta ahora mismo, aún existe amor dentro de mí. Amor que te hubiera dado a cada segundo.
¿Sabes? Te echo de menos y... Yo sí voy a pensar en ti cada noche, ya que tú ya no lo puedes hacer.
Y, quiero que sepas que... Sigo amándote.
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