CAPÍTULO 19 (final)
Carol volvió a la trastienda dejándonos a Jose y a mí allí, otra vez, solos. ¿Era la única que no estaba enterándose de nada de lo que pasaba allí? Jose parecía estar más sereno que nunca, ni se inmutó por la reacción de Ángel ni por la extraña actuación de mi amiga.
- Todo el mundo va su bola.- Comentó, sin darle importancia alguna, Jose.
Yo lo miré sin darle ninguna respuesta. Llevaba días sintiéndome incómoda por todo lo que estaba pasando, pero, en ese momento justo, me sentía desorientada, sin entender nada, confundida y perdida. Carol parecía estar en otro mundo, Ángel se había marchado y Jose estaba indiferente a todo lo que le rodeaba.
Durante las horas restantes en la repostería el ambiente se tensó un poco más. Mi amiga casi ni me habló, estaba "trabajando", según ella, en la trastienda y Jose seguía haciendo bromas sin sentido. Ángel no volvió a aparecer ese día. ¿Qué le pasaba a ese chico?
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En casa me esperaba mi madre para cenar. Ella me contó que estuvo almorzando con David, tal y como yo había sospechado, y que él le explicó lo mismo que me había dicho a mí la tarde anterior. Me fijé en que cuando mi madre hablaba de él se iluminaban los ojos de una forma especial, con lo que demostraba su entusiasmo y sus grandes sentimientos hacia él. Me alegré por ella. Después de hablar con David, sí que me había dejado mucho más confundida con mi situación, pero a la vez, me alegré mucho por mi madre, esperaba que pudiera volver a rehacer su vida con la compañía de un hombre tan bueno, sincero y comprensivo cómo él. Sabía que David no le haría daño y que la ayudaría, confiaba en él y en sus palabras, que me llegaron dentro. Así que esperaba con gran ansía que mi madre volviera a ser la misma que antes, que ya empezaba a serlo, y que David le expresara lo que sentía por ella.
Me fijé que tal y como lo estaba imaginándolo todo parecía como si fuera a ser un cuento de hadas, pero en realidad, si te fijabas más podías ver que tanto uno como el otro habían pasado sus momentos de subida y bajada en sus vidas, pero que justo entonces había llegado su momento de subida. Un momento de subida en esta vida, que parece una montaña rusa, juntos.
Durante la cena solo escuché parcialmente lo que me decía mamá, estaba reflexionando tanto cómo los días anteriores, ¿Y si el momento de subida de Ángel y yo juntos fuera ese? Había momentos en que lo tenía todo claro, pero entonces volvía la duda otra vez. ¿Por qué se me hacía tan difícil decidirme? Siempre había tenido que pasar por situaciones complicadas, así que ¿Qué miedo tenía que ese fuera una de esas situaciones?
Cuando terminé la cena me fui directamente a la habitación, estaba, literalmente, sin fuerza alguna para seguir ese día así que me acurruqué en mi cama y me dormí al instante, dejando todos esos pensamientos que habían invadido mi cabeza hacía días, apartados a un lado.
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Otro día de instituto comenzaba, por suerte era viernes, así que me esperaba un fin de semana para poder recuperar todas las energías que había gastado durante esa semana.
Decidí desayunar tranquilamente en casa así que me preparé un vaso con leche y una cuantas galletas, mientras leía una revista cualquiera que tenía mi madre por allí.
Cuando terminé de desayunar me fijé, en cuanto subí a mi habitación a coger mi mochila y la chaqueta para marchar, que tenía una llamada perdida en mi móvil. Era de Jose. Decidí llamarlo después de las clases, estaba con falta de ánimos para enfrontar su carácter. Era verdad que me había empezado a acostumbrar a él, pero a esas horas de la mañana no me apetecía nada.
Bajé las escaleras y grité un "Adiós" para que mi madre me escuchara.
Me subí a mi coche, siguiendo la misma rutina que cada mañana y me dirigí a mi escuela.
Cuando llegué esperaba encontrarme con Carol, pero no la vi, así que me dirigí a la clase de latín. En esa clase trabajamos diferentes locuciones latinas. Yo estaba concentrada en la clase, por fin, después de toda la semana pensando y pensando en el mismo tema sin dejarme descanso.
- Después, tenemos Allea jacta est que significa -Estaba diciendo mi profesora, pero yo ya sabía qué quería decir, un día, poco antes que mi padre tuviera el accidente, tuve una conversación con él. Yo aún era pequeña, tenía seis años, pero lo recordaba a la perfección, era uno de los pocos recuerdos que conservaba de él. Era un día por la noche él y mi madre habían discutido, yo era pequeña y no entendía los motivos de sus peleas, pero terminaron arreglando la discusión y hicieron las paces dándose un pequeño corto en los labios. Después de eso mi madre se puso a cocinar y mi padre vino al salón conmigo, yo le dije que no quería que discutieran pero él me contestó que cuando se quiere a alguien es inevitable discutir, pero si el amor entre esas personas es lo suficientemente grande esas personas se reconciliarán. Entonces, recuerdo la conversación al completo entre él y yo << "Pero papá, ¿tú y mamá haréis siempre las paces, verdad? vosotros os queréis mucho." le dije. Pero él me contestó: "Yo la quiero, pero no te puedo asegurar eso, Natalia. La vida está llena de sorpresas y tienes que recordar algo: allea jacta est." "¿Qué quiere decir eso, papá?" Él con una pequeña sonrisa asomándole por los labios me respondió. " La suerte está echada." yo me quedé indiferente con su respuesta, no lo entendía. Pero él me hizo comprender "Natalia, nunca se sabe lo que a uno le espera, así que todos dependemos de la suerte y nuestro destino, tenemos que dejar que la vida fluya a su ritmo y aceptar con lo que nos encontramos a lo largo de ella.">> - La suerte está echada.- Dijo Carmen, la profesora. Sus palabras parecieron ser un eco de mi recuerdo. Esas palabras tan simples me despertaron, ese recuerdo de mi padre, lo que me dijo haciéndome reflexionar sobre algo que en ese momento casi ni entendía, había llegado el momento en que me habían servido para ver la realidad. Para mi adentros se lo agradecí. Uno de los recuerdos más preciados de mi padre habían despertado en mi la respuesta que había estado buscando a lo largo de todos estos días.
"Gracias papá." Pensé. No lo podía tener allí conmigo, pero sí podía guardar siempre en mi su recuerdo.
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Durante todo ese día esperé desesperadamente que terminaran las clases, tenía que hablar con Carol, tenía que decirle que todas mis dudas habían llegado a una respuesta. A cada cambio de clase la buscaba con la mirada. Ella no había ido a clase de latín. Me extrañaba no saber el motivo de su ausencia. Confiaba en que debería haber llegado una hora tarde, porque no podía pensar que había faltado ese día sin avisarme antes, Carol siempre me decía si algún día fallaba.
Por suerte cuando finalizaron las clases la vi que estaba saliendo de una forma inquieta del instituto. Yo a gran velocidad caminé hacia ella atrapándola.
- ¡Carol! -La llamé. Ella se dio la vuelta abriendo con sorpresa los ojos.- ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo es que has faltado a latín?- Le pregunté.- Necesito hablar contigo urgentemente, creo que ya sé qué hacer con Ángel.- Ella, si aún podía, abrió aún más los ojos.
- ¿Qué?- Respondió estupefacta.- Eh... Lia, lo siento, tengo prisa y... Tengo que irme.- Dicho esto se giró y volvió a emprender su rápida marcha hacia su coche, para marchar.
Yo por un segundo me quedé allí parada, pero sin rendirme la perseguí.
- ¡Carol! ¿Qué pasa?- Pregunté empezándome a preocupar.- ¿Hay algún problema?- Me estaba poniendo nerviosa.
- Lia yo...-Me miró suplicante.- Tengo que marcharme, de verdad, después te llamo.- Acabó diciéndome mientras se subía a su coche.
Sin poder reaccionar yo me quedé allí parada. Carol había actuado de una forma muy extraña, lo que provocó que me inquietase.
Decidí irme a casa, así que subí al coche y emprendí la marcha hacia allí.
A los veinte minutos llegué a mi destino. Tenía poco hambre así que me preparé un sandwich y subí a mi habitación. Mientras me comía mi sandwich terminado de preparar, encendí el ordenador. cuando había acabado de comermerlo, recordé la llamada de esta mañana de Jose, así que decidí llamarlo para saber qué quería.
- ¿Lia?- Respondió automáticamente a mi llamada.
- Hola Jose, he visto tu llamada ¿Qué querías?- Pregunté con un poco de interés.
- Eehmm...- Jose estaba dudando. Era la primera vez, desde que lo conocía, que no estaba seguro de sus palabras.
- Jose ¿Ha pasado algo?- Me empecé a preocupar.
- Bueno... Lia es que...-Estaba hablando cortado.- es complicado decir esto y...
- Me estás preocupando Jose, ¡Quieres decirlo de una vez!- Protesté.
- Bff...-Sentí cómo al otro lado de la línia Jose hizo un suspiro.- Es Ángel...
- ¿Qué pasa con él?- Pregunté automáticamente.
- Él no ha...- Paró de hablar un segundo, para mi, eterno.- Desde ayer por la tarde- Empezó a decir de nuevo.- no lo hemos vuelto a ver.- Dijo finalmente.
Yo no tenía respuesta alguna. ¿Ángel había desparecido? ¿Qué estupidez había hecho? ¿Le había pasado algo grave? Más y más preguntas cómo estás ocuparon mi mente.
- ¿Lia? ¿Estás aquí?- Me preguntó.
- Ehh...Sí, sí.- Le aseguré mientras apartaba, por unos momentos, esas preguntas de mi cabeza.- Pero... ¿No sabéis nada de él?
- No, Lia, te he llamado esta mañana porque creía que debías saberlo yo...- Pausó.- Creí que debías saberlo.
- Gracias. -Dije con una voz que parecía que no fuese mía.
- ¿Estás bien?- Se preocupó por mí.
- Supongo que sí, angustiada, pero sí.- Le afirmé.- Jose, te dejo ¿Vale?- No tenía ánimos para seguir hablando.- Si sabes algo llámame, por favor.- Le pedí, casi suplicándoselo.
- Eso está hecho.- Me tranquilizó.
Dicho esto terminé la llamada. ¿Ángel se había fugado? Él no es uno de esos chicos que acostumbra a hacer cosas cómo esta. No entendía los motivos que tendría para hacer algo así. ¿Dónde podría haber podido ir?
Estaba echada en la cama mirando por la ventana intentando averiguar donde podría haber ido ese chico. Estaba medio perdida en mis pensamientos que no me fijaba en nada que pasaba por delante de mi vista.
Empezaba a oscurecer. Aún era enero y anochecía muy pronto, así que mientras me levantaba de la cama para sentarme en la repisa de la ventana me fijé en las luces que iban encendiéndose poco a poco. Primero las de una casa de la esquina, luego las de la de delante y poco después las luces de la calle. Se encendieron de golpe haciéndome venir, por segunda vez en ese día otro recuerdo. Pero no era de mi padre. Era el recuerdo que me hizo tener una idea de dónde podía estar Ángel.
Salí precipitadamente de casa con las llaves del coche y nada más encima. Me fijé en las llaves, tenían colgando el llavero del elefante ese de la suerte que me regaló Ángel. El corazón lo tenía muy acelerado. Sentía que en cualquier momento podía salirse de mi pecho. Arranqué el motor del coche y emprendí la marcha hacia el posible lugar dónde podía encontrarse ese chico de ojos esmeralda.
Me paré en un semáforo. Lo que aún me devolvió, otra vez, ese recuerdo. Sabía que podía parecer una locura, pero necesitaba ir para asegurarme si estaba allí o no.
Poco después llegué a donde me había dirigido con tanta impaciencia. Muchas personas habían empezado a marcharse con sus coches lo que facilitó que encontrase rápidamente un lugar para aparcar el coche. Salí y cerré el coche. Casi corriendo me fui a la entrada dónde pude leer con letras bien grandes "Tibidabo". Tenía la esperanza de encontrarlo allí, en la noria. A esas horas no había cola para entrar, por eso pagué mi entrada a gran velocidad y fui a dónde se encontraba la noria que estaba cerca de la entrada.
No lo vi. Rodeé la noria para comprobar que no estaba allí. No estaba. Mis ánimos se vinieron a bajo. Me decepcioné, había puesto todas mis esperanzas en que lo encontraría ahí.
Cuando estaba dirigiéndome hacia a la entrada para marcharme, fue como si hubiese una luz que lo enfocara, Ángel estaba allí. Volví a recuperar el calor, el corazón se activó de repente. Se encontraba al lado opuesto de la noria, sentado encima de una valla de madera, con lo que parecía ser un palo pequeño entre las manos.
Sin saber qué más hacer me acerqué a él. Cuando ya estaba a pocos metros de él, levantó la mirada y me vio yo seguí andando hasta quedar enfrente a él.
- Lia...- Murmuró.
- Ángel.- Murmuré también casi pensando que era un sueño.
Nos quedamos rodeados de un silencio, yo no sabía por dónde empezar.
- ¿Qué es este palo que tienes?- Dije preguntando la primera idiotez que se me pasó por la cabeza.
- Eh...- Se pasó la mano por el pelo.- Es de una nube de azúcar que me he comprado.- Respondió tímidamente él.- Quería uno porque aún no entiendo porque me diste uno la otra vez.- Siguió diciendo.
Me agradó que aún se estuviera preguntando porqué lo hice, pero después de ese momento de pequeña ternura volví a la realidad, recordando el porqué nos encontrábamos allí.
- ¡Eres idiota!- Le solté dejando sorprendido a él y a mi a la vez, ya que yo tampoco esperaba reaccionar así.- ¡¿Cómo se ta pasa por la cabeza desaparecer así, eh?!- Estaba soltándole toda la preocupación y sufrimiento que había ido acumulando.
- Lia, espera un...
- ¡¿Que espere el qué?!- Seguí protestando.- ¿A que vuelvas a desaparecer dándonos un susto de muerte a todos o qué? - Estaba hablando dolida.
Ángel, simplemente, se bajó de la valla acercándose a mí mientras se le escapaba una pequeña sonrisa.
- Y ahora, ¿Se puede saber de que ríes?- Pregunté irritada.
- De ti.- Dijo manteniendo esa sonrisa.
- Eres más que idiota...- Después de todo el estrés y las preocupaciones que me rondaban por la cabeza al terminar de hablar con Jose, él decía eso. No había forma alguna de entenderlo.
- Natalia, ¿Me vas a dejar hablar?- Ensanchó su sonrisa al ver mi reacción de sorpresa al nombrarme por mi nombre entero, otra vez.
- Di lo que tengas que decir.- Le contesté secamente.
- No me he ido de casa ni he desaparecido ni...- Se quedó callado un momento observándome.- ni nada de lo que crees.
- Pero Jose me llamó y me contó que desde ayer...
- Que desde ayer que no me han visto, ¿Verdad?- Elevó una ceja.- Te pido perdón por adelantado, pero ya no sabía qué más hacer para volver a recuperarte, necesitaba ver que volvías a formar parte de mi vida aunque no fuera de la forma que yo quería, te necesitaba y- Cada vez que decía algo mi corazón iba aumentando de velocidad- ... Te necesito. Por eso hice que Jose...- Fue bajando el tono de voz.
- ¿Hiciste el qué, Ángel?- Pregunté aún más preocupada por si había hecho alguna locura.
- Le pedí a Jose que te dijera eso.- Me estaba observando temiendo mi reacción.
- ¡¿Qué?!-No sabía si lo había entendido mal o si realmente había dicho lo que me había parecido oír.
- ¡Lo siento! Pero quería ver si te importaba y... ¡Sé que me he pasado! Lo admito pero...- Se le quebró la voz.- Entiéndeme, por favor. Pensaba que no volverías a hablarme como antes, que harías como si no nos conociésemos cada vez que nos viéramos y no lo podía aguantar. Planeé esto con Jose, bueno...-Volvió a sonreír de la misma forma que al inicio.- en realidad me lo propuso de hacer él.
- Pero yo pensaba que estabais enfadados.- Dije sin poder decir otra cosa.
- Lo estábamos.- Torció su sonrisa que empezaba a hacer que me flaqueasen las piernas.- También intenté que Carol colaborase en el plan pero no quiso, dijo que no quería participar en algo para engañar a su mejor amiga.- Añadió sincerándose.- Así que si te enfadas con nosotros dos, que sepas que Carol no te ha fallado.
Terminado de decir eso se calló, dejándome muda a mí. ¿Qué esperaba que hiciese? ¡Se habían inventado todo eso! Por una parte estaba indignadísima por su actitud tan infantil pero por otra... Me sentía reconfortada.
- ¿Cómo sabías que te encontraría?- Le pregunté
- No lo sabía.- Bajó los hombros.- Confiaba en que lo hicieras.
Me dejó con la respiración acelerada haciendo que sacara vaho a causa del frío.
- Sé que no he actuado lo mejor que podía haberlo hecho pero...-Se estaba intentando disculpar.
- Pero, en realidad sí has hecho lo mejor.- Dije cortándolo y dejándolo sorprendido.- Por un primer momento me he quedado sin poder hacer nada, sin tener forma de reaccionar, pero después me he preguntado si volvería a verte ¿Sabes?- Estaba intentándole contar cómo me había sentido al saber de su "desaparición"- No podía ni imaginármelo, después de tanto tiempo dándole vueltas a si quería estar contigo y después de haber tomado una decisión, pensar que te podía perder... - Había dejado de mirarlo, tenía la mirada fija en el suelo aguantando las ganas de llorar.
- ¿Qué?- Respondió él.- ¿Ya habías decidido qué hacer? Natalia...
Le miré. Veía que con su mirada estaba suplicándome que le dijera qué había acabado decidiendo. Yo era incapaz de decir nada más, no me había dado cuenta y le había contado a Ángel cómo lo había estado pasando.
No era lo suficientemente capaz de decir algo.
- Ángel...- Noté que tan solo decir su nombre me temblaba la voz. No sabía cómo llevar esa situación. Estaba bloqueada, una vez más.
Él estaba esperando a que yo me decidiera a hablar o hacer algo pero yo estaba como una estatua. No me atrevía a decir ni una sola palabra yo...
Sin poder hacer nada más ni ser capaz de pensar en otra cosa me acerqué a él casi abalanzándome encima suyo. No había nada entre nosotros. No corría ni el viento entre nuestros cuerpos. Cuando me acerqué a él le abracé por el cuello mientras él me rodeaba, con sus fuertes brazos, por la cintura. Tenía su rostro a centímetros del mío, tanto él como yo teníamos la respiración acelerada.
- Natalia...- Empezó a decir pero yo impedí que siguiera hablando. Le besé.
Viví ese momento más que cualquier otro. Al besarlo sentí de todo dentro de mí, sus suaves y cálidos labios se apoderaron de la mía con facilidad dominando él la situación y haciéndome sentir protegida y querida de esa forma. Mientras duraba ese beso pude olerlo, tan particular y curioso olor impregnó mi olfato.
Me sentía mejor que nunca en mi vida. Notaba como si todo cobrase sentido y mi suerte ya estuviera echada, mi suerte la poseía Ángel, todo a partir de entonces lo dejé en sus manos. No quería separarme de él, pero al seguir pensando en su olor y en el palo que sostenía antes él se me escapó una sonrisa de afecto y felicidad por todo lo que estaba viviendo, pero entonces él lo notó y se separó.
- ¿Que pasa?- Preguntó divertido y mostrándome, también, su felicidad con una sonrisa.
- Hueles a nube de azúcar.- Le dije la verdad.
- ¿Qué?- Preguntó extrañado pero a la vez más divertido que antes.
- Te compré una nube de azúcar porque hueles como una.- Me mordí el labio aguantándome la risa.
- Mmhh...- Gruñó él.- Señorita Curiosa está mordiéndose el labio, lo que es muy tentador para mí.- Advirtió él fijando su mirada en mis labios.
- Y ¿Qué te tienta a hacer, eh, Señor Ego?- Seguí provocándole.
Él me volvió a besar, pero fue un pequeño beso, aunque intenso.
- Vamos.- Dije.
- ¿Dónde?- Torció el labio evitando mostrarme otra de sus perfectas sonrisas.
- Venga no te resistas vente.- Le pedí mientras caminaba cogida de la mano con él y lo guiaba hacia mi destino.
Me paré delante de la noria.
- ¿Hace falta que te recuerde que no te gustan las alturas?- Me dijo Ángel.
- Lo sé, pero alguien una vez me dijo que si no podía aprovechar ver las vistas tan bonitas de Barcelona que mirase hacia mi delante y eso es lo que quiero hacer hoy.- Le contesté feliz con las mejillas rojas por el frío y aún cogida de la mano con la suya tan grande, comparada con la mía, que me daba calor.
- Sea quien sea quien te lo dijo, tiene buenas ideas.- Habló divertido.
Nos subimos a una de las cestas de la noria. No tenía pensado mirar nada más que no fuera Ángel. Me sentía feliz con ganas de chillar y hacerle saber a todos la felicidad que me transmitía estar cerca suyo.
- Natalia,-Dijo con delicadeza mi nombre.- ¿recuerdas lo que te conté la otra vez cuando nos subimos aquí?
- Como olvidarlo.- Le respondí. Lo recordaba a la perfección. "Cuando todo está oscuro siento que, en lugar de ser alguien insignificante puedo controlar y observar cada detalle que pasa" "Cada luz te transmite una información diferente y eso me hace sentir lleno" " Pienso que las personas como demasiado insignificantes, pero llega un momento que te cruzas con alguien que cambia todos tus esquemas" "Cada persona, como cada luz que ilumina la noche, puede parecernos insignificante, hasta que encontramos la adecuada que nos guía y nos llena". ¿Cómo podía creer que me había olvidado de sus palabras? Recordaba exactamente cada una de ellas.
- Quiero que sepas que la única persona que ha sido capaz de cambiar todos mis esquemas has sido tú, que para mí eres la única luz posible para guiarme y la única que me llena. Y te necesito en cada instante..- Estaba hablando delicadamente, dejándome procesar todo lo que me había dicho.- Y te quiero.
Le besé otra vez, necesitando sentirlo más cerca que nunca. Lo que me había dicho, la forma en que se había sincerado no lo había hecho nadie, nunca en mi vida. Le besé de forma desesperada, lo quería, por fin lo sabía. Lo quería con todo mi ser y ahora no iba a dejar que fuera la suerte que lo decidiera todo por mí. El "Allea jacta est" no me servía, para mí, mi suerte cobraba un nombre y ese era Ángel, quién poseía toda mi suerte y felicidad, el cuál quería y no pensaba dejar ir nunca.
¡FIN!
Gracias a todos los que habéis leído mi novela. Os agradezco mucho que lo hayáis hecho, cada una de vuestras palabras que me ha animado a seguir adelante.
No sé si subiré segunda temporada, si lo hago tardaré un poco porque ahora me centraré en otra novela que iré subiendo que como dije se llamará "Me hacen gracia los guiris".
También tengo que comunicaros que donde yo vivo (Catalunya) nos hacen hacer el "Treball de recerca" un trabajo que tenemos que hacer durante el bachillerato y hace poco nos han hecho hacer escoger el tema del trabajo y yo escogí "Cómo hacer una novela" por eso con el trabajo me propongo escribir una e intentar publicarla :3 Ya tengo la idea y todo, si queréis os subiré una pequeña sinopsis o más bien una idea de lo que pienso hacer y me comentáis a ver qué os parece.
Gracias otra vez por todo vuestro apoyo. GRACIAS, MIIIIIIL VECES GRACIAS!!!! ^_^
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