Es de noche. Hay gente hablando. Escucho risas pero no sé de donde provienen, aunque tampoco me preocupa demasiado.
Luz verde. Camino. Ahora veo otra luz, pero no es verde. Es blanca, resplandeciente. Me ciega y no me deja ver nada. Me entra el pánico pero, entonces, noto un calor reconfortante, como si me abrazaran; eso me calma. Aunque todo ahora vuelve a ser de noche. No. De noche no. Está todo oscuro, después de ver esa luz tan blanca ahora no hay nada. No soy capaz de ver alguna cosa. ¿Me habré quedado ciega? No puede ser. Me doy cuenta que tampoco soy capaz de moverme. ¿QUÉ ME PASA? Me estoy inquietando. Tengo muchos, demasiados nervios dentro de mi. Me duele demasiado la cabeza como para pensar así que de alguna manera y, sin saberlo, me quedo dormida.
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Abro los ojos. Lo primero que veo es una playa.
Espera un momento. ¿UNA PLAYA? ¿Dónde me he metido? ¿Cuándo he llegado aquí? Estoy perdida y no entiendo nada. Recuerdo haberme dormido y, en ese momento, tampoco sabía dónde estaba. ¿Es posible que lleve en esta playa más tiempo de lo que pensaba? Además tampoco sé cuánto tiempo llevo durmiendo.
Este sin-saber me carcome por dentro. No aguanto tener tantas preguntas y no poder responderlas.
Pruebo de levantarme de la arena. Tengo todo el cuerpo dolorido como si hubiera corrido una maratón. ¿La habré corrido? No creo, no soy tan aficionada al deporte como para hacerlo. Me quedo unos segundos sentada al suelo de la playa y, luego, me quito toda la arena que se me había pegado a la espalda.
¡¿Qué representa que debo hacer aquí?! Miro hacia un lado de la playa y no hay nadie, giro la cabeza para ver el otro lado, con muy pocas esperanzas de encontrarme alguien y... Efectivamente, no hay nadie.
Intento hacer memoria para saber cómo he llegado aquí y qué es lo que he hecho.
Ayer. Por la noche. Estaba caminando. La luz verde. Luego, la otra luz cegadora y... ¡Ah!¡!Sí! Esos brazos... Parecía como si alguien me abrazara. Pero si alguien me hubiera abrazado, ¿Cómo explicaría que lo viese todo negro? o ¿Cómo he llegado en esta playa? y si realmente me estuvieran abrazando, ¿porqué la otra persona no está aquí?
El estrés se apodera de mí. Me pregunto si habrá alguna manera de volver a casa. Decido levantarme y caminar por la playa haber si encuentro algo.
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Llevo todo el día dando vueltas en esta especie de playa y, me da la impresión que voy dando vueltas siempre por el mismo sitio. Está oscureciendo muy rápido así que decido sentarme otra vez en la arena y esperar a que se haga otra vez de día.
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He intentado dormirme varias veces, pero no lo he conseguido ninguna de ellas. Me he pasado la noche pensando y haciéndome más preguntas que no soy capaz de responder. Estoy perdida. Lo sé. Voy a morir en una isla donde no tengo nada. Ni comida, ni una cama, ni... mamá ni papá. Quiero volver con ellos.
Debo parecer una niña pequeña diciendo esto... Una chica de dieciséis años que echa de menos a sus padres. Pero es la verdad, los echo de menos y los necesito, estoy perdida y necesito que me aconsejen y me adviertan de cosas que yo siempre acabo ignorando.
-¡NO SÉ QUÉ HACEEEER!- Grito. ¿Grito? ¿He gritado?
Madre mía, esto de estar sola en una playa me está afectando demasiado. Me atormenta quedarme sola para el resto de mi vida aquí, sin poder salir.
Esta empezando a amanecer, por fin, así podré voltearme la playa haber si consigo descubrir algo. Veo salir los primeros rayos del sol desde el horizonte. Es una imagen preciosa, una imagen para compartir con alguien, pero eso no puede ser, estoy sola. El sol va saliendo y, cada vez ilumina mas todo el paisaje. Cada minuto que pasa es más complicado seguir mirando cómo sale. La luz con lo que lo ilumina todo me ciega y no puedo ver nada. Un momento... ¡otra vez! ¡La luz! Parpadeo varias veces y me voy acostumbrando a ver todo blanco. Pero me doy cuenta que, no soy yo que me estoy acostumbrando, es TODO blanco. Cierro unos segundos los ojos y vuelvo a abrirlos. Hay un fluorescente que, ilumina con luz blanca, toda la habitación del mismo color. Desde donde estoy colocada lo único que puedo ver es el fluorescente, así que me muevo y veo que estoy estirada en una cama. En una cama de hospital. ¿Qué me ha pasado? Giro la cabeza y me encuentro con...
- ¡Mamá! ¡Papá!- Me siento en la cama para poder abrazarlos.
- Carla, cariño...- Dice mi madre con ojos llorosos mientras me devuelve el abrazo.
Mi papá, al cabo de un rato, se separa del abrazo y dice:
- Voy a llamar un médico para que te vean.
Cuando se va de la habitación oigo llamar a una enfermera. Seguro que en pocos minutos vendrá alguien a revisarme par ver cómo estoy.
- Mamá, ¿Qué me ha pasado?- Le pregunto aún estando abrazada a ella.
- ....- No hay respuesta.
- ¡MAMÁ! -Le suplico.
- Carla... yo... la otra noche, cuando discutimos...- ¿Discutimos? No lo recuerdo pero dejo que siga hablando.- Te marchaste de casa muy enfadada... yo solo pensaba que volverías al cabo de unas horas...como siempre, pero...- Rompe a llorar- Carla, cuando ya llevabas dos horas fuera de casa llamaron al móvil de tu padre y... - Se para un momento para respirar hondo- nos dijeron que te habían atropellado y que... que... te estaban llevando al hospital. Lo siento tanto Carla, yo tengo la culpa de todo...-Ahora llora aún más.
- No, mamá, que me atropellaran no es tu culpa.- Intento consolarla.
-¡Pero discutimos y por eso te fuiste!-Me dice desesperada.
-Discutimos muchas veces, pero la culpa no es tuya, es del coche que me atropelló.- Ahora lo recuerdo. La luz verde, el semáforo, yo estaba cruzando la calle y el coche... Los faros del coche fueron la luz que me cegaron... Todo encaja.
-Lo siento, de verdad, Lo siento muchisimo Carla...- La cojo y la abrazo aún más fuerte.
En el pasillo se oyen voces de un chico, parece enfadado... No me preocupa. Yo, por fin, estoy sana y salvo.
Noto que de repente se abre la puerta de mi habitación. Espero ver algún médico pero no. Es un chico, ¿El mismo que gritaba por el pasillo? Veo que detrás suyo entra una enfermera.
-Te he dicho que no puedes entrar. Solo familiares.- Le dice la enfermera al chico, enfadada.
-No, está bien. Puede quedarse.-Dice mi madre. Me confunde.
La enfermera asiente con la cabeza y se va.
-Álvaro, ¿Cómo estás?- Mi mamá le pregunta a él, y entonces me doy cuenta que lleva el brazo con un vendaje y que en la cara tiene algunas cicatrices.
-Bien, pero he escuchado a tu marido decir que se había despertado y... Bueno quería verla.- Lo observo bien. Tiene el pelo negro, los ojos azules, me pierdo en ellos un buen rato, no es demasiado alto, pero por su forma de ser hace que lo parezca y que tu mismo te empequeñezcas.
-Oh! Claro- Mi madre le dedica una sonrisa y luego se dirige a mi-. Salgo un momento a ver qué está haciendo tu padre y vuelvo en un minuto.
Asiento con la cabeza como respuesta. Mi madre sale de la habitación y me quedo a solas con... Álvaro.
-Y tu eres... - Empiezo a decir yo.
-Álvaro.- Me sonríe y extiende el brazo para que le estreche la mano en forma de salutación.
-Eso ya lo he oído, me refiero a... ¿Por qué estás aquí? -Pregunto curiosa.
-Bueno, yo, en verdad, cuando tuviste el accidente yo te vi y... Intenté evitar el accidente pero...
-¿¡Eres tú quién me atropelló!?
-¡NO! ¡Claro que no! Yo intenté salvarte.- Dice él. Me quedo sin palabras.- Por eso yo también estoy así- Hace un gesto en señal al vendaje y las cicatrices.
-Oh... Lo siento... Y... Gracias.-Aparto la mirada, me siento avergonzada.
Cuando vuelvo a mirarlo él me está observando y me está sonriendo, otra vez. Entonces, sin querer le sonrío yo también, y me doy cuenta que nuestros destinos se han cruzado y que ahora ya nunca más van a volver a estar separados.
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