CAPÍTULO 4
Había pasado ya una semana desde que mi madre hubo sido ingresada al hospital. Mi madre había ido solo a tres terapias, y David me había comentado que creía que avanzaba muy rápido, pero yo no podía pensar lo mismo. Es verdad que volvía a comer con normalidad y que había recuperado unos cuantos quilos que le hacían falta, pero aún no era la misma de antes. Casi no hablaba, seguía como en su mundo, pero ahora en lugar de quedarse en la cama, se hacía cargo de la casa. También, es verdad que con sólo tres terapias no se podían hacer milagros, pero también creía que David era demasiado positivista.
Ya era dos de diciembre, y durante estos últimos días había estado haciendo mucho más frío. Era un viernes, y durante toda la semana había estado ocupada cuidando de mi madre, por eso, no fui a trabajar ningún día. Yo, en verdad, quería ir, pero quién me ofreció no hacerlo para cuidar a mi madre fue Ángel, me dijo que mejor durante toda esa semana me ocupase de mis asuntos y que cuando ya estuvieran bajo control que lo llamase y se lo dijera para saber cuándo podía empezar, de una vez, a trabajar. El jueves anterior, después de una de las terapias de mi madre, David quiso hablar conmigo y me dijo que mi madre iba mejorando a un buen ritmo y que ya no tenía que preocuparme tanto, por eso en cuánto salí de allí, llamé a Ángel. Lo hice porque no quería que ni él ni me jefe pensaran que me aprovechaba de la situación, así que decidí hablar con él:
"-¿Diga?-Respondió la llamada al tercer 'piii'.
-Hola... Ángel, soy Lia.
-Ah.. Hola, no esperaba que me llamaras tan pronto.-Su voz me transmitía duda.
-Ya, sí, claro, pero el psicólogo de mi madre ha dicho que todo va bien y que debería dejar que mi madre vaya mejorando por si sola, y entonces, bueno... Quería hablar sobre cuándo quieres que venga a trabajar.
-...-No dijo nada. Durante unos segundos interminables sólo había silencio.
-¿Ángel?¿Sigues allí?-Pregunté yo extrañada.
-Sí. Lo siento, estaba hablando con mi padre.-Respondió él apresurado.-La verdad es que no contábamos que nos avisaras tan pronto para venir a trabajar, porque no hace ni una semana que ingresaron a tu madre pero...
-Lo sé, pero prefiero volver a la normalidad en cuánto antes. Me gustaría poder olvidar estos últimos acontecimientos.
-Entiendo.-Paró un momento y siguió hablando-Pues ¿qué te parece que esperemos a que pase una semana del todo y vengas el sábado por la mañana? ¿Va bien?
-Genial. Gracias, hasta el sábado.
Estaba a punto de colgar cuando oí:
-¡Lia!- Ángel me había llamado.
-¿Si?-No sabía qué querría...
-Recuerda, los sábados abrimos a las nueve, así que a menos cuarto te quiero allí, que no te pase cómo el primer día.-Lo dijo en tono irónico, no lo hizo para hacerme sólo un recordatorio, lo hizo para burlarse de mí, este chico me ponía enferma.
-Ha-Ha-Ha... Mira la gracia que me hace.- No pude reprimir mis palabras.-Adiós Ángel, y no preocupes, si quieres a y media estoy allí.-No esperé su respuesta, simplemente colgué el teléfono."
Aún recuerdo esta conversa, y eso me hace gracia, porque después de colgarle y así dejándolo sin contestarme, recibí un mensaje suyo:
<<¿A ti no te enseñaron nunca que se debe escuchar a la gente cuándo va a hablarte y a NO COLGARLE EL TELÉFONO? ;) Tomo tu palabra, allí a las ocho y media. Cuida de tu madre, y de ti misma también. Hasta el sábado. >>
Era incapaz de entenderlo, ¿Cómo podía ser a veces tan estúpido y a los cinco segundos ser tan jodidamente tierno?
Eran las once de la noche, así que ya era hora de ir lavándome los dientes e ir a dormir, porque tal y cómo le dije a Ángel, tenía que estar a las ocho y media en el trabajo y para hacerlo tenía que levantarme a las siete y cuarto.
Fui a lavarme los dientes y ponerme mi pijama de corazoncillos, para poder irme a dormir. Cuando salí del baño me metí en la cama, puse el despertador y apagué la luz.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Ya era la tercera vez que me sonaba el despertador. Sabía que debía levantarme, pero no tenía suficientes fuerzas. Cuando sonó una cuarta vez, por fin me levanté. Al haber parado tantas veces la alarma ya eran las siete y media, tendría que ir como una bala si quería llegar a la hora pactada con Ángel.
No tuve tiempo de comer nada, porqué en cuanto salí de la ducha vi que ya eran las ocho y cinco, si no salía ya llegaría tarde.
Cuando llegué a la repostería, tardé un poco encontrar sitio para aparcar el coche, lo que hizo que fuera mas justa de tiempo aún. Al salir del coche fui corriendo hacia la tienda, iba a llegar en punto. Giré una esquina y ya estaba allí, pude ver Ángel abriendo la repostería. Salvada...
- Buenos días.-Dije exhalando.
Ángel me miró con una sonrisa que se le estaba escapando por debajo la nariz.
-¿Qué?-Dije yo. ¿Cómo a estas horas de la mañana, y un sábado, ya podía comportarse de esta manera?
-Nada, nada.-Ahora su sonrisa se amplificó.-Buenos días.-Dijo sosteniéndome la puerta para que entrara.
Cuando estuvimos los dos dentro cerró con llave.
-¿Por qué cierras ahora?-Dije confundida.
-Si la gente ve que hay luz, se pensarán que ya está abierta y querrán entrar.-Dijo como si fuera lo mas normal del mundo.
-¿Un sábado a estas horas de la mañana te piensas que tendrás gente haciendo cola para entrar o qué? La gente normal, un día de fiesta no se levanta a estas horas...
-Te sorprenderías de la cantidad de gente que sí lo hace.-Dijo seguro de ello.-¡Ah! Por cierto, en verdad llegaste tarde.
-¿Perdón?-¿Qué estaba diciendo ahora?
-Cuando llegaste eran las ocho y treinta y dos minutos, así que volviste a llegar tarde.
-¿Qué? No me lo puedo creer, en serio te viene de dos minutos, a parte tu también acababas de llegar porqué estabas abriendo la puerta, así que tu también llegaste tarde si vamos con estas...-Estaba indignada.
-Ya bueno, y ¿Qué? Yo soy el hijo del jefe, llego cuando quiero siempre y cuando respete los horarios establecidos, en cambio tú...- Estaba volviendo a adquirir esa actitud burlona que tanto me molesta.- no.
Inspiré y expiré un par de veces para no contestarle mal.
-Cómo sea, Ángel.-Me giré y me encaminé a la trastienda.- Voy a ponerme el delantal.
Al terminar de ponérmelo y hacerme la coleta, vino él ya dando ordenes.
-Hoy para empezar tendrás que hacer una horneada de pan, ¿De acuerdo? Y después hacia las doce harás otra, aparte de esto vas a ocuparte de la caja, ¿Va bien?- Y aquí teníamos otro cambio de actitud, llevaba con él tan solo un cuarto de hora y ya había experimentado tres cambios, primero simpático, luego sarcástico y ahora mandando ordenes.
-Bueeeeno...-Dije yo alargando esta palabra. No sabía cómo decirle que no tenía ninguna idea de cocinar y aún menos de hacer cosas de repostería o una horneada de pan. Yo contaba con que Carol se lo hubiera dicho, pero no era así.
-¿Algún problema?- Dijo cruzando los brazos y apoyándose al marco de la puerta.
-Es que... Bueno yo...-No sabía por dónde empezar.
-¿Sí?-Dijo arqueando una ceja y dándome pie a que hablara.
-Simplemente es que.. Bueno, sinceramente no tengo ni idea de... cocinar...- Lo miré con cara de duda esperando su reacción.
Al cabo de unos pocos segundos estalló a reír, lo que me confundió aún más.
-¡¿Lo dices en serio?!-Dijo, una vez ya se había calmado con su ataque de risa.
-¡¿Qué motivos tendría para no decir la verdad?!-Dije yo empezándome a incomodar.
-¿Y entonces cómo es que pides un trabajo dónde se es necesario saber manejar la cocina?- Me estaba mirando con los ojos como platos, pero a la vez con curiosidad.
-En realidad, yo no quería trabajar aquí por esto, pero Carol insistió en que si lo hiciera y bueno... Creo que ya sabes cómo es tu prima...
-Ya, claro, tendría que haberlo supuesto que Carol era la cabecilla de todo esto.- Negaba con la cabeza.- ¡De acuerdo pues manos a la obra!- Dejo de apoyarse en el marco de la puerta y se dirigió hacia el centro de la trastienda hacia donde estaba yo.- ¡Venga!
-¿Venga, qué?
-Empecemos a hornear pan, si no lo comenzamos a hacer ahora tendrás que espabilarte tu solita y si te salen mal, será todo culpa tuya. Así que antes de que sea hora de abrir te voy a enseñar cómo hacer pan.
Parpadeé varias veces. Este chico no debe estar en todas sus facultades mentales, ¿Porqué tantos cambios de actitud? Suspiré y asentí.
-¿Al menos sabes qué ingredientes necesitamos?- Me estaba poniendo a prueba, pero la verdad es que no tenía ni idea.
-¿En qué parte de que no sé cocinar nada de NADA te has perdido?-Me estaba empezando a cabrear.
-Vale, vale. Con calma eeh, Tigresa...
-¿Me acabas de llamar Tigresa?- Ya se estaba pasando.
-Sí, pero es por tu carácter, a la mínima de cambio te enfadas.
-¿QUÉ? ¡Mira quién habla!-Estaba indignadísima.
-Mira quién habla ¿Por qué?- Me miraba con interés por lo que dijera.
-¡Porque eres tú quien constantemente está cambiando de actitud, confundiendo a todo Dios haciéndolo!
Elevó sus cejas, simulando sorpresa.
-Soy como soy, pero no creo que cambie tanto cómo tú dices.- Entonces se acercó más hacia mí, pero yo retrocedí. Aunque él se acercó aún más y dijo:- Por cierto, el otro día ya te lo quería decir, cuando te enfadas arrugas la frente,- Levantó su mano y me la puso en la frente haciendo que dejara de arrugarla.- no te favorece.
Habiendo hecho esto se separó de mí y empezó a sacar diferentes ingredientes de los armarios que habían en el lado derecho de la habitación.
-Primero necesitamos harina, sal, levadura, semolina y una clara de huevo.- Me miró.- ¿Entendido?
-Sí, tranquilo.-No comprendía cómo podía tener estos cambios tan de repente.
-Perfecto, para empezar, cogemos este bol grande, es el más grande que tenemos, y con este podemos hacer treinta barras de pan, aproximadamente.- Estábamos uno al lado del otro, yo observando todo tipo de indicaciones que me estaba dando.- Entonces, le echamos más o menos esto de harina- dijo mientras la ponía- y luego le tiramos la levadura y sal.
-Vale, vale, vale.-Me empezaba a estresar.- ¿Y no tienes unas cantidades para que yo sepa cuánto poner de cada cosa?
-Eeeeh...no.-Me miró de forma rara.-Por si no lo sabías los grandes maestros y las abuelas, que son las que acostumbran a cocinar mejor, no tienen unas cantidades establecidas para poner de cada ingrediente, todo es a ojo. De esta forma, todo sale bueno, pero vamos, todo lo que haga yo sale bien, ¿no?- Ahora estaba haciendo broma.
-Sí, claro mi maestro sabelotodo- Le seguí el juego.
-Mmmm...-Se puso una mano en la barbilla haciéndose el pensativo.- Me gusta este apodo, creo que a partir de hoy te pediré que me llames así.
Me reí un poco y él también, pero sólo fue un pequeño instante. Después de este corto momento siguió explicándome cómo hacer pan.
-Venga, continuemos. A ver ya hemos puesta harina, sal y levadura...-Dijo para si mismo.-Ahora toca poner agua. Más o menos, para cuándo se te quede la masa de esta textura.-Dicho esto me cogió de la mano dentro del bol.
-¿Pero qué haces?- Abrí mis ojos sorprendida.
-Enseñarte cómo se debe amasar. Vamos, pon tu otra mano en el bol.- Aún me estaba cogiendo de mi otra mano.- Le hice caso y puse mi otra mano.
Entonces empezamos a amasar la masa. Él para enseñarme, cómo tenía sus manos expertas sobre las mías, me guiaba y me enseñaba cómo debía hacerlo.
-Vale, está bien. Para un segundo, saca tus manos.-Lo hice. Pero se me quedaron restos de la masa entre los dedos y Ángel me cogió, otra vez, las manos y con las suyas, también llenas de masa, me quitó los restos que yo tenía.- Ahora está mejor. Hazme un favor, Lia, coge un poco de harina y ponlo en la encimera, pero no demasiada.
Cogí el paquete de la harina y esparcí un poco dónde me había dicho.
-Ya va bien.- Ángel cogió la masa y la puso encima de dónde yo había puesto la harina.-Ahora sigue tu amasando, yo iré a abrir, que ya vamos un poco tarde.-Me echó una mirada de reojo.
-Lo sientooo...En realidad, pensaba que Carol ya os lo habría dicho yo no pretendía...
-Tranquila, Lia, lo decía en broma.-Me sonrió de forma amistosa y yo se la devolví.-Pero, ahora, mejor amasa unos cinco minutos más y cuándo lo hayas hecho déjalo fermentar una media horita, ¿Vale?
-Perfecto.
Entonces me dejó sola en la trastienda acabando de hacer la masa del pan y con el corazón otra vez desbocado, como el día que me acompañó a casa. Creía que debía ser por sus frecuentes cambios de actitud, así que, tal y cómo Ángel me dijo seguí amasando durante cinco minutos más.
No tuve tiempo de comer nada, porqué en cuanto salí de la ducha vi que ya eran las ocho y cinco, si no salía ya llegaría tarde.
Cuando llegué a la repostería, tardé un poco encontrar sitio para aparcar el coche, lo que hizo que fuera mas justa de tiempo aún. Al salir del coche fui corriendo hacia la tienda, iba a llegar en punto. Giré una esquina y ya estaba allí, pude ver Ángel abriendo la repostería. Salvada...
- Buenos días.-Dije exhalando.
Ángel me miró con una sonrisa que se le estaba escapando por debajo la nariz.
-¿Qué?-Dije yo. ¿Cómo a estas horas de la mañana, y un sábado, ya podía comportarse de esta manera?
-Nada, nada.-Ahora su sonrisa se amplificó.-Buenos días.-Dijo sosteniéndome la puerta para que entrara.
Cuando estuvimos los dos dentro cerró con llave.
-¿Por qué cierras ahora?-Dije confundida.
-Si la gente ve que hay luz, se pensarán que ya está abierta y querrán entrar.-Dijo como si fuera lo mas normal del mundo.
-¿Un sábado a estas horas de la mañana te piensas que tendrás gente haciendo cola para entrar o qué? La gente normal, un día de fiesta no se levanta a estas horas...
-Te sorprenderías de la cantidad de gente que sí lo hace.-Dijo seguro de ello.-¡Ah! Por cierto, en verdad llegaste tarde.
-¿Perdón?-¿Qué estaba diciendo ahora?
-Cuando llegaste eran las ocho y treinta y dos minutos, así que volviste a llegar tarde.
-¿Qué? No me lo puedo creer, en serio te viene de dos minutos, a parte tu también acababas de llegar porqué estabas abriendo la puerta, así que tu también llegaste tarde si vamos con estas...-Estaba indignada.
-Ya bueno, y ¿Qué? Yo soy el hijo del jefe, llego cuando quiero siempre y cuando respete los horarios establecidos, en cambio tú...- Estaba volviendo a adquirir esa actitud burlona que tanto me molesta.- no.
Inspiré y expiré un par de veces para no contestarle mal.
-Cómo sea, Ángel.-Me giré y me encaminé a la trastienda.- Voy a ponerme el delantal.
Al terminar de ponérmelo y hacerme la coleta, vino él ya dando ordenes.
-Hoy para empezar tendrás que hacer una horneada de pan, ¿De acuerdo? Y después hacia las doce harás otra, aparte de esto vas a ocuparte de la caja, ¿Va bien?- Y aquí teníamos otro cambio de actitud, llevaba con él tan solo un cuarto de hora y ya había experimentado tres cambios, primero simpático, luego sarcástico y ahora mandando ordenes.
-Bueeeeno...-Dije yo alargando esta palabra. No sabía cómo decirle que no tenía ninguna idea de cocinar y aún menos de hacer cosas de repostería o una horneada de pan. Yo contaba con que Carol se lo hubiera dicho, pero no era así.
-¿Algún problema?- Dijo cruzando los brazos y apoyándose al marco de la puerta.
-Es que... Bueno yo...-No sabía por dónde empezar.
-¿Sí?-Dijo arqueando una ceja y dándome pie a que hablara.
-Simplemente es que.. Bueno, sinceramente no tengo ni idea de... cocinar...- Lo miré con cara de duda esperando su reacción.
Al cabo de unos pocos segundos estalló a reír, lo que me confundió aún más.
-¡¿Lo dices en serio?!-Dijo, una vez ya se había calmado con su ataque de risa.
-¡¿Qué motivos tendría para no decir la verdad?!-Dije yo empezándome a incomodar.
-¿Y entonces cómo es que pides un trabajo dónde se es necesario saber manejar la cocina?- Me estaba mirando con los ojos como platos, pero a la vez con curiosidad.
-En realidad, yo no quería trabajar aquí por esto, pero Carol insistió en que si lo hiciera y bueno... Creo que ya sabes cómo es tu prima...
-Ya, claro, tendría que haberlo supuesto que Carol era la cabecilla de todo esto.- Negaba con la cabeza.- ¡De acuerdo pues manos a la obra!- Dejo de apoyarse en el marco de la puerta y se dirigió hacia el centro de la trastienda hacia donde estaba yo.- ¡Venga!
-¿Venga, qué?
-Empecemos a hornear pan, si no lo comenzamos a hacer ahora tendrás que espabilarte tu solita y si te salen mal, será todo culpa tuya. Así que antes de que sea hora de abrir te voy a enseñar cómo hacer pan.
Parpadeé varias veces. Este chico no debe estar en todas sus facultades mentales, ¿Porqué tantos cambios de actitud? Suspiré y asentí.
-¿Al menos sabes qué ingredientes necesitamos?- Me estaba poniendo a prueba, pero la verdad es que no tenía ni idea.
-¿En qué parte de que no sé cocinar nada de NADA te has perdido?-Me estaba empezando a cabrear.
-Vale, vale. Con calma eeh, Tigresa...
-¿Me acabas de llamar Tigresa?- Ya se estaba pasando.
-Sí, pero es por tu carácter, a la mínima de cambio te enfadas.
-¿QUÉ? ¡Mira quién habla!-Estaba indignadísima.
-Mira quién habla ¿Por qué?- Me miraba con interés por lo que dijera.
-¡Porque eres tú quien constantemente está cambiando de actitud, confundiendo a todo Dios haciéndolo!
Elevó sus cejas, simulando sorpresa.
-Soy como soy, pero no creo que cambie tanto cómo tú dices.- Entonces se acercó más hacia mí, pero yo retrocedí. Aunque él se acercó aún más y dijo:- Por cierto, el otro día ya te lo quería decir, cuando te enfadas arrugas la frente,- Levantó su mano y me la puso en la frente haciendo que dejara de arrugarla.- no te favorece.
Habiendo hecho esto se separó de mí y empezó a sacar diferentes ingredientes de los armarios que habían en el lado derecho de la habitación.
-Primero necesitamos harina, sal, levadura, semolina y una clara de huevo.- Me miró.- ¿Entendido?
-Sí, tranquilo.-No comprendía cómo podía tener estos cambios tan de repente.
-Perfecto, para empezar, cogemos este bol grande, es el más grande que tenemos, y con este podemos hacer treinta barras de pan, aproximadamente.- Estábamos uno al lado del otro, yo observando todo tipo de indicaciones que me estaba dando.- Entonces, le echamos más o menos esto de harina- dijo mientras la ponía- y luego le tiramos la levadura y sal.
-Vale, vale, vale.-Me empezaba a estresar.- ¿Y no tienes unas cantidades para que yo sepa cuánto poner de cada cosa?
-Eeeeh...no.-Me miró de forma rara.-Por si no lo sabías los grandes maestros y las abuelas, que son las que acostumbran a cocinar mejor, no tienen unas cantidades establecidas para poner de cada ingrediente, todo es a ojo. De esta forma, todo sale bueno, pero vamos, todo lo que haga yo sale bien, ¿no?- Ahora estaba haciendo broma.
-Sí, claro mi maestro sabelotodo- Le seguí el juego.
-Mmmm...-Se puso una mano en la barbilla haciéndose el pensativo.- Me gusta este apodo, creo que a partir de hoy te pediré que me llames así.
Me reí un poco y él también, pero sólo fue un pequeño instante. Después de este corto momento siguió explicándome cómo hacer pan.
-Venga, continuemos. A ver ya hemos puesta harina, sal y levadura...-Dijo para si mismo.-Ahora toca poner agua. Más o menos, para cuándo se te quede la masa de esta textura.-Dicho esto me cogió de la mano dentro del bol.
-¿Pero qué haces?- Abrí mis ojos sorprendida.
-Enseñarte cómo se debe amasar. Vamos, pon tu otra mano en el bol.- Aún me estaba cogiendo de mi otra mano.- Le hice caso y puse mi otra mano.
Entonces empezamos a amasar la masa. Él para enseñarme, cómo tenía sus manos expertas sobre las mías, me guiaba y me enseñaba cómo debía hacerlo.
-Vale, está bien. Para un segundo, saca tus manos.-Lo hice. Pero se me quedaron restos de la masa entre los dedos y Ángel me cogió, otra vez, las manos y con las suyas, también llenas de masa, me quitó los restos que yo tenía.- Ahora está mejor. Hazme un favor, Lia, coge un poco de harina y ponlo en la encimera, pero no demasiada.
Cogí el paquete de la harina y esparcí un poco dónde me había dicho.
-Ya va bien.- Ángel cogió la masa y la puso encima de dónde yo había puesto la harina.-Ahora sigue tu amasando, yo iré a abrir, que ya vamos un poco tarde.-Me echó una mirada de reojo.
-Lo sientooo...En realidad, pensaba que Carol ya os lo habría dicho yo no pretendía...
-Tranquila, Lia, lo decía en broma.-Me sonrió de forma amistosa y yo se la devolví.-Pero, ahora, mejor amasa unos cinco minutos más y cuándo lo hayas hecho déjalo fermentar una media horita, ¿Vale?
-Perfecto.
Entonces me dejó sola en la trastienda acabando de hacer la masa del pan y con el corazón otra vez desbocado, como el día que me acompañó a casa. Creía que debía ser por sus frecuentes cambios de actitud, así que, tal y cómo Ángel me dijo seguí amasando durante cinco minutos más.
FIN ;)
Por el quinto cap tendréis que esperar un poquitín, creo que subiré un cap por semana, y si tengo tiempo libre os subiré alguno que otro entre semana.
Espero que este os haya gustado, creo que es mejor que el anterior, la verdad.
Necesito pediros un favor, los que queréis que os avise para el próximo capitulo dad RT o favorito (me da igual cuál de las dos cosas) a este TWEET. Si no, no sé quién tengo que avisar y quién no.
Pero bueno, aún así GRACIAS por leerme :')
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